Fueron la prima y bordón

de guitarras españolas,
las que un día veintidós
sonaron tan virtuosas;
frente las urnas flamencas
para que atinaran todas.
Con su rasgueo pedían
menos politiquería;
qué ganase la coherencia,
para el bien de Andalucía
y qué, el sentido común,
se impusiese, sin medida.
La corrupción salió gratis
tal como se temía;
ni eres, ni mariscadas,
acabaron con la Díaz:
doña Susana, se entiende,
trianera de Sevilla.
Ya no va de triunfalista
pues no tiene mayoría,
ni habla de estabilidad
como hablaba en su día;
pues hoy menos que nunca
la tiene, Susana Díaz.
Francisco Barbachano