Desde mi humilde opinión, hay una cosa peor que ser negligente en una actuación, ya sea ésta, una decisión política que afecte a muchos o un accidente de tráfico que afecte a una sola persona, y es NO RECONOCER el error e intentar justificarse tergiversando todo hasta el punto de convertir a la víctima en verdugo. Es eso de » Difama que algo queda». (Se dice de Lucrecia Borgia que aconsejaba a amigas o amigos difamar a algún enemigo como medio infalible para destrozarlo). Y seguramente tendrá su rédito en el corto plazo, pero hace que una sociedad no pueda avanzar desde ningún punto de vista. En esto, somos todos cómplices, jueces y parte por igual según las circunstancias, y deberíamos seriamente reflexionar y cambiar, a la par de, siendo conscientes de la condición humana, exigir los mecanismos de control, para que estas vilezas no sean el día a día de nuestras vidas. Estamos tan inmersos en la mierda (disculpad la expresión, pero me parece muy gráfica) que ya casi no la olemos ( sobretodo la nuestra). Quisiera aprovechar para enviar un enorme abrazo a Teresa, espero y deseo que se recupere. Nadie podrá en cualquier caso devolverle todo lo que le hemos robado, la honorabilidad, el tiempo, las noches y días, las emociones que no sentirá, los paisajes cotidianos de los que le hemos privado. A cambio de su solidaridad, de su humanidad, de su profesionalidad, le hemos pagado con mentiras, humillaciones, calumnias, y además de obligarla con nuestra dejadez a estar luchando contra la muerte, hemos mermado sus defensas. Cuantas lágrimas habrá derramado fruto de esta corriente sociológica de la DIFAMACIÓN CONSENTIDA. Porque unos lo hacen y otros lo consentimos.

«PERDONANOS TERESA, PORQUE NO SABEMOS LO QUE HACEMOS»

Consuelo Júdez Sobrino ( médico HGG)

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