JORDI ABAYÀ
La pobreza se extiende más allá de las personas que acuden a comer todos los días a El Xiprer, de los que hacen cola en Cáritas para conseguir alimentos o de los ancianos que reciben los kits de emergencia de Cruz Roja. Tanto aumenta que en el caso del Vallès Oriental ya afecta al 29´2% de sus vecinos (116.800 personas). No son datos de ningún profeta del desastre sino cifras ofrecidas por la Encuesta de Condiciones de Vida y Hábitos de la Población 2011 de la Diputación de Barcelona.
Según dicha encuesta, que se elabora cada cinco años, el 29´2% de los vecinos de la comarca pueden incluirse dentro de la Tasa de Pobreza o exclusión social (AROPE), un indicador reconocido en toda Europa que tiene en cuenta la pobreza monetaria (ingresos inferiores al 60% de la media), la situación laboral de los integrantes de las unidades familiares y las privaciones de consumo de los ciudadanos. En todos esos aspectos, el Vallès Oriental está a niveles similares al conjunto de Catalunya (29´5%), aunque bastante peor que la media española (26,7%) y muy por debajo de la media europea (21,6%). Uno de los factores que explican que el índice AROPE se dispare en el Vallès Oriental es el paro (17´3%), pero también el subempleo o el coste de la vida.
La cifra de personas “pobres” se reduce si únicamente se contemplan las rentas. En este caso la encuesta señala que un 20´6% de los vallesanos (82.400 personas) viven con una renta inferior a los 8.560 euros anuales. Esta cifra, el 60% de la media de ingresos, es la fijada en Catalunya como el umbral de la pobreza.
La pobreza, según esta encuesta, además se aleja de los tópicos. Si ésta se asocia habitualmente a la vejez y a la condición de mujer, la realidad actual es que la falta de ingresos afecta de igual manera a hombres y mujeres. El dato más escalofriante es que el sector más castigado por la falta de recursos es el de los menores de 16 años. Casi el 30% entran dentro de este colectivo de riesgo. Por el contrario, la pobreza entre los mayores de 65 años está por debajo del 20%. En este sector las pensiones parecen haberse convertido en un flotador al que se agarran muchas familias.
La falta o la disminución de los recursos económicos es generalizada y eso queda evidenciado en la parte de la encuesta que aborda la cuestión de llegar, o no, a final de mes. Casi el 60% de los vallesanos confiesan llegar a final de mes con dificultad. Entre estos, el 27´9% lo hacen con mucha dificultad y el 29´1% con cierta dificultad. Por el contrario un 26´7% afirman llegar a final de mes con cierta facilidad y el 14´9% con mucha facilidad.
La encuesta aborda algunos aspectos prácticos de la creciente pobreza de la población. Así el 39´5% de los vecinos no puede hacer frente a un gasto imprevisto de 750 euros con sus propios recursos y el 36´9% dice ser incapaz de poderse costear una semana de vacaciones al año. El 14´9% reconoce haber tenido atrasos en el pago de los recibos derivados del hogar y el 21´1% no puede costearse un coche.
En el extremo de este grupo de privaciones materiales está un 11´5% que revelan dificultades para tener su vivienda en una temperatura adecuada durante el invierno o, ya en el peor de los casos, el 3´2% que no puede pagar una comida que incluya carne o pescado cada dos días.
HECATOMBE INMOBILIARIA
La encuesta de la Diputación de Barcelona proporciona también datos sobre la vivienda, cosa que da pie a descubrir datos de la hecatombe inmobiliaria que ha experimentado Catalunya en los últimos cinco años. Si en 2006 en plena burbuja inmobiliaria, el 82´5% de los hogares catalanes eran de propiedad, en 2011, la cifra se redujo hasta el 72´6%. Esto ha afectado tanto a los hogares que estaban totalmente pagados ( un 42´4% del total) como a los que cuentan con una hipoteca sin saldar (32%). Esto supone que en este lustro, miles de familias que disponían de vivienda en propiedad, la han vendido o la han perdido de alguna manera. De forma paralela en este mismo período los hogares en régimen de alquiler han aumentado desde un 14% hasta un 23%.