La balneoterapia, la utilización de aguas termales para la mejora de la salud, puede resultar útil para el tratamiento de los síntomas de personas afectadas por la COVID persistente. Éste es el resultado del ensayo clínico publicados en la revista científica BMC Complementary Medicine and Therapies, que corresponde al estudio impulsado por el ayuntamiento de Caldes de Montbui y llevado a cabo por un equipo de investigación del Instituto de Investigación del Hospital del Mar, médicos y médicas del Hospital del Mar y un equipo de investigación del área (CIBERFES) y del área en Enfermedades Infecciosas del CIBER (CIBERINFEC) y que ha demostrado que las personas con esta patología que siguieron un programa de tratamiento y de ejercicios en aguas termales, tenían el doble de posibilidades de reducir sus síntomas que las que no realizaron la balneoterapia.

“La balneoterapia les ha permitido reactivar la capacidad física. Son personas muy limitadas por su patología. El hecho de activarlas, de estimularlas con actividad física y aguas termales, las ha ayudado”, explica la Dra. Natàlia Garcia-Giralt, investigadora del Grupo de Investigación Musculoesquelética. Para demostrarlo, el estudio realizó el seguimiento de un centenar de personas con COVID persistente. La mitad de ellas se sometió a un programa de ejercicios de balneoterapia y el resto se ha limitado a su actividad diaria. En el inicio del ensayo clínico, todas presentaban una sintomatología similar, con fatiga, dolor, problemas respiratorios, ansiedad y depresión, así como problemas de memoria.

Los ejercicios consistían en 12 sesiones repartidas en cuatro semanas en las Termas Victoria de Caldes de Montbui. En ellas, las personas voluntarias, la mayoría, el 88%, mujeres y con una media de edad de 48 años, realizaban ejercicios de respiración de agua termal, seguidos de duchas circulares para activar la circulación sanguínea y terminaban con otros 15 minutos de actividad física ligera y otros 15-20 minutos de relajación.

Mejora significativa de la fatiga y el dolor

El equipo de investigación llevó a cabo el seguimiento de los participantes a través de un conjunto de tests que han tenido que completar tres veces. Al inicio del estudio, un mes después y dos meses después. Así, se ha podido monitorizar su evolución y establecer los grados de mejora alcanzados. En concreto, los más significativos se han registrado en los ámbitos de fatiga y dolor. En el 75% de los participantes se redujeron estos síntomas de la COVID persistente. Además, la mejora en ambos aspectos se ha mantenido en el tiempo.

No ocurre lo mismo con otros aspectos, como la ansiedad y la calidad del sueño, donde las mejoras registradas a más de la mitad de participantes se acaban al finalizar la balneoterapia. En el resto de síntomas analizados no se han registrado cambios significativos.

Las personas voluntarias, “acababan muy bien la balneoterapia, pero un mes después de terminar el tratamiento, sin hacer nada, parte de la sintomatología volvía, mientras que a las mejoras más significativas, el dolor y la fatiga, se mantenía esta mejora”, especifica la Dra. Los efectos secundarios de la actividad en las aguas termales han sido mínimos.