Francisco Barbachano
Hoy recuerdo algunos grandes
recitadores de fama, 
que por toda Catalunya 
al público emocionaban
con sonetos y romances
de las plumas más preciadas.

Salían al escenario
sin más armas que su presencia;
su voz, gesto, estilo,
y el poder de su palabra:
grandes profesionales
que rapsodas les llamaban.

Manuel de Mozos y Wences:
como ejemplo, reseñados.
Los teatros se llenaban
junto a otros ya olvidados;
que eran rapsodas de raza
que a la audiencia emocionaban.

Sin folklorismos absurdos
ni pasarelas baratas; 
inmóviles en el centro
con el gesto y la palabra
como exigía el texto,
que el autor les confiaba.

Francisco Barbachano