Junto a una roca varada
y un viejo bote de remos,
es donde todas las noches
desgranaba pensamientos
bajo la estrella del norte
que a la mar tejía destellos.
La luna con su mirada
iluminaba el horizonte
y él, permanecía inmóvil
junto la roca y el bote
y aquel respeto imponente
que producía la noche.
Cerraba los ojos y zarpaba
con sus versos mar adentro
y, pese a todo su cuerpo,
seguía junto a la roca
siempre inmóvil y callado
junto el viejo bote de remos.
Fantasías de poeta:
sorteaba el oleaje
de aquel viejo caladero.
Capitán que cada noche,
teniendo el cielo por techo
navegaba junto a sus seños.
Francisco Barbachano