Alguien dijo alguna vez
con tono franco y sincero,
que la justicia en España
era un puro cachondeo;
que fue dura la expresión
y a fe que yo no lo niego.
Pues fue expresión sin pensar
de un ciudadano espontáneo
que no supo retenerse
ante lo sentenciado;
pues le costó de aceptar
el resultado del fallo.
Que habrá justificación,
duda o criterio al fallarlo;
pero cuesta de entender
que más de un acusado
salga sonriente y campante
por la puerta del juzgado.
Que la justicia es compleja
no es difícil demostrarlo;
y ha sido obvio mil veces
a lo largo de los años.
Aun qué el rigor se haya impuesto:
insisto, cuesta aceptarlo.
Francisco Barbachano