Cuando suena una guitarra
algo se mueve en el alma
y es que la prima y bordón,
cuando se encuentran de cara:
son la prima y su alegría,
y el bordón con su añoranza.
Y para muestra un botón
cuando Montoya tocaba:
guitarra de palo santo
con arte bien diseñada,
que el que escuchaba tenía
una sonrisa en su cara.
Y así se hizo el milagro
de esa guitarra española,
con sones de palo santo
y cuerpo de flamencona;
que un carpintero de lujo
con sus manos le dio forma.
El resto ya se conoce,
tiene cuerpo de persona.
Temperamento inequívoco
de flamenca bailaora.
Hoy pongo en solfa mis ripios,
a la guitarra española.
Francisco Barbachano