Así se pierde la vida
y se pierde poco a poco,
entre recuerdos de niño
que el fin y al cabo es el todo
de ese todo que soñamos,
día a día y poco a poco.
Llegan las obligaciones
que tienen más de mil caras,
y a pesar de que son tantas
ninguna de ellas te agrada;
pero a todas les sonríes
cual si no pasara nada.
Un día la soledad
que és tu confidente eterna,
te habla desde el espejo
y te cuenta sus miserias
y mientras la miras a ella
descubres cien canas nuevas.
Nostalgias de aquel pasado
qué sin ser bueno, ni malo,
un buen día recordamos
tal vez por la lejanía
que es el síntoma inequívoco
de que para viejos vamos.
Francisco Barbachano