No se sabe bien por qué
en el mundo en que vivimos
la depresión, cada día,
se adueña del individuo;
pues no hay casa ni familia
donde no haya un depresivo.
Psiquiatras y psicólogos
en esfuerzo van unidos,
y el estudio de la mente
es su norte y su destino;
aunque el camino se halle
lleno de broza y espinos.
Hay que sentir compasión
ante aquel que se deprima.
Y guardar mucho respeto
ante esas almas cautivas
que, aunque la herida sea oculta,
sangra de noche y de día.
La primera sangra y luce
a la vista de la gente;
la otra hiere por dentro
pareciendo inexistente;
pero lo cierto es que existe
inevitablemente.
Francisco Barbachano