Ver caer a una persona
en la calle, en la escalera,
o simplemente al fallarle
sobre el parket una pierna,
es como para morirse
de la risa que te entra.
Obviamente se ayuda
a la víctima en tierra;
pero muertecitos de risa,
incluso el que se la pega.
Divierte la crueldad
sin que evitarse pueda.
Cierto que hay ocasiones
en que la caída es seria
lo cual es siempre penoso
y mis ripios lo lamentan;
y de ese tono jocoso
la gravedad queda fuera.
Pese a lo lamentable
esas cosas pasan.
Y es que ver caer a alguien
tiene tanta mala pata
que antes de saber si es serio,
de reír nadie se escapa.
Francisco Barbachano