Francisco Barbachano
Maltrecho y atormentado
  con su pena y su sudario
patrimonio de Jesús,
  subió hasta el Monte Calvario
  llevando como equipaje,
  sus heridas y una cruz.
  Era un Cristo muy enjuto
  que sangre apenas tenía.
Crespones negros de luto
  envolvían sus miserias;
  maltratándole y a empujones
  mientras Jesús se moría.
 Era un cristo redentor
y se ensañaron con él
tan sólo por cobardía.
 Nadie le quiso ser fiel:
 muerte amarga cual la hiel,
 néctar de la celosía.
  Hoy con cantos gregorianos
  quieren pedirle perdón
  al que se llamó Jesús.
  Con su pena y su sudario
en lo alto del Calvario,        
  murió clavado en la cruz.

Francisco Barbachano