Los españoles que viven en el extranjero tienen que superar una especie de gincana burocrática para ejercer su derecho al voto.
Aparte de los largos y engorrosos trámites burocráticos que deben sufrir, se une la necesidad de traslados al consulado de turno, el descifrado de unas instrucciones gubernamentales confusas, plazos de tiempo ajustados y, por último, rezar para que el servicio de correos local cumpla con su cometido y entregue las papeletas a tiempo… El resultado es que más del 90% de los españoles residentes en el extranjero no votan.
Es decir, o se tiene tatuada la palabra “democracia” dentro de un corazón en el pecho o “más moral que el Alcoyano” para plantearse ni tan siquiera intentarlo. Con tal absurdo y complejo procedimiento es normal que el índice de absentismo sea casi total. Incomprensión, desmotivación, indiferencia, indignación, sensación de ser ciudadano de segunda… son muchos y variados los sentimientos que expresan tantos españoles residentes en el extranjero ante esta injusta situación. Y la cifra no es para nada baladí, estamos hablando de más de 2 millones de compatriotas que se ven obligados a sufrir tal tortura si desean ejercer su derecho a voto.
Entonces, ¿qué se podría hacer para solucionar esto?
Una posible solución podría ser la implementación de la tecnología blockchain. Sí, la misma que se utiliza en el ámbito de las criptomonedas.
Pero, ¿qué es eso del blockchain y cómo se podría implementar para utilizar en un proceso electoral?
A groso modo, el blockchain consiste en una estructura matemática para almacenar datos de una manera que no se pueda falsificar. Es una especie de “libro mayor“ compartido e inalterable que facilita el proceso de registros de transacciones y el seguimiento de activos en una red.
Cada bloque enlazado en esa cadena contiene datos únicos y codificados, información referente al mismo bloque y a sus vinculaciones con los bloques anterior y siguiente de la cadena. Esto se consigue mediante un elemento llamado “hash” que es un código, resultado de una operación criptográfica que genera identificadores únicos e irrepetibles. Lo que serviría para asegurar la autenticidad de datos, almacenar de forma segura contraseñas y la firma de documentos electrónicos.
Las autoridades para facilitar el voto mediante esta tecnología, deberían implementar una cadena de bloques acordes a las necesidades de las elecciones que se van a celebrar, así como crear un token que refleje el voto dentro de esa cadena de bloques concreta. Si a cada token le asociamos un certificado electrónico expedido por un prestador de servicios de confianza, ya tendremos la base para votar desde casa y de una manera transparente, fiable y eficiente. El voto y la identidad del votante estará protegida de manera criptográfica.
El votante debería registrarse en una plataforma creada a tal efecto, identificarse con su certificado digital y emitir su voto, que no se podría manipular. Este método aumenta la transparencia del proceso, la velocidad y fiabilidad en el recuento de votos, siendo posible una auditoría sencilla e inmediata en caso de discrepancia. Esta tecnología cuenta con lo que se conoce como algoritmo de consenso o “proof of work” que evitaría que se manipulen los datos en un posible ataque informático.
Además, al ser un modelo descentralizado, no se podría hackear o perjudicar por ninguna incidencia.
Ya hay casos de éxito de aplicación de la tecnología blockchain en procesos electorales o participativos. En países como Suiza, Corea del Sur, Japón, Colombia o Estados Unidos hay experiencias con resultados altamente satisfactorios.
¿Qué ventajas tiene la votación mediante blockchain en comparación con los sistemas tradicionales?
- Se evitaría la manipulación manual o en el recuento de los votos en los colegios electorales.
- En pueblos pequeños se evitaría la coacción o que no se disponga de papeletas de votación de todos los partidos políticos que incurren a las elecciones.
- No habría fallos, incidencias o disputas en el conteo.
- Se conseguiría un ahorro notable en el gasto en impresión de sobres y papeletas.
- Recuentos mucho más rápidos y eficaces.
- Posibilidad de hacer una auditoría inmediata en caso de dudas o controversia. El proceso sería más transparente.
- Accesibilidad al voto a aquellos ciudadanos que viven en el extranjero.
¿Qué ocurriría con aquellas personas que carecen de los conocimientos o medios informáticos para votar de manera electrónica?
Este sistema de voto electrónico que requiere de certificado digital se podría comenzar a implantar de forma paulatina, por ejemplo, comenzando con aquellos ciudadanos que viven en el extranjero, conviviendo con el sistema tradicional de papeleta y urna.
Aquellos votantes que carecieran de los conocimientos o de un dispositivo conectado a internet, podrían acudir a un centro de votación e identificarse con su DNI o pasaporte o de forma biométrica, es decir, mediante la huella digital o la lectura del iris.
Si la tecnología blockchain ya se está utilizando en diversos proyectos que tienen por objetivo preservar la identidad digital, las transacciones seguras o la firma de contratos a distancia, ya va siendo hora que en España se vaya analizando su viabilidad en procesos participativos o electorales, al menos para que los españoles que viven en el extranjero puedan ejercer su derecho a votar y no se dejen su espíritu democrático en el intento.
JUAN MANUEL DE VARGAS
CONSULTOR EN COMUNICACIÓN Y MARKETING ON Y OFFLINE