“Estoy viviendo este momento mezclando las miradas ilusionadas que tendría una niña y las serenas que me corresponden”
La autora de Lliçà d’Amunt Concha Mateo Gracia ha publicado con la editorial M de Mujer su primera novela “Miradas desde el puente”. El próximo día 12 (18:30h) la presenta en la Biblioteca de Ca l’Oliveres de Lliçà d’Amunt. Concha Mateo nació en Montalbán (Teruel), pero ha vivido en los últimos 40 años en Granollers y Lliçà d’Amunt. Con la presentación del libro en Ca l’Oliveres, Concha inicia el ciclo de presentaciones de su debut literario. La próxima cita será el día 26 de enero en Salamanca, en la librería Víctor Jara, uno de los escenarios que aparecen en la novela. “Miradas desde el puente” ha generado una gran cantidad de reseñas positivas entre sus primeros lectores. No es extraño: aunque ésta sea su primera novela, Concha Mateo cuenta con un extenso bagaje literario, profesional y personal que ha quedado plasmado en su obra.
-Cursaste Turismo y Psicología en Zaragoza y Salamanca. ¿Qué te llevó a realizar tan diferentes estudios?
Turismo fue de rebote. Yo quería aprender idiomas y mis padres no querían. Hubieran preferido el magisterio, cosa que no quería yo, o una licenciatura. Vi en Turismo una mezcla de idiomas, arte, viajes, gente, … y la elegí. Yo estudiaba con beca. Si en la carrera sacaba una cierta puntuación, podía optar a una segunda. Y eso hice. Entonces opté por Psicología.
– Trabajaste en distintos establecimientos hoteleros, y llevas veintiún años en el mundo de la educación. ¿Cómo llegaste a ello?
Entre Turismo y Psicología hubo un año de espera debido al cambio de expediente. Mientras, trabajé en balnearios de Zaragoza y en hoteles de Andorra. Al mundo de la educación llegué después, tras una propuesta inesperada que no dudé en aceptar. Allí estuve 21 años. Hasta que decidí dejarlo.
– ¿Cómo surge la escritura en ti?
La escritura surgió de muy pequeña. Conservo algún cuaderno de cuando yo tenía creo que 8 años, donde escribía mis historias. Mi pueblo conserva en su subsuelo multitud de bodegas y pasadizos y, esas primeras historias mías, transcurrían por allí.
Siempre he escrito, pero no de manera seria. Y siempre he tenido en mente el hacerlo. El primer ordenador que me compré hará casi 40 años lo hice con intención de escribir. Tengo algunas cosas en disquette que no volveré a abrir. Luego, hace 12 años, me compré un Compac que me ha durado hasta ahora, también con esa intención. Es cuando dejé de trabajar. En este sí que escribí, pero estos últimos años, y también en una Tablet que me regalaron mis hijos.
Llega un momento en que reconozco que me cansó “ese tener ganas de escribir” y “ese no poder hacerlo”. Decidí reivindicar una serie de cosas para mí, ese tiempo que no tenía, ese espacio, igual que decidí hacer o dejar de hacer una serie de cosas. El primer cambio que introduzco en mi vida es no empezar mi jornada hasta las 10. Yo llevo a mis nietas al cole y, como mínimo hasta esa hora, todo lo que hago es para mí. Recuperé mi afición por la lectura, lo primero de todo. Lectura y escritura van de la mano, creo yo.
Siempre que me planteaba escribir pensaba que debía tomar clases. No basta con que te guste o se te dé bien, debes perfeccionar la escritura y formarte. Y eso hice. Contacté con la Escuela de escritura creativa Ray Bolívar. Empecé a asistir a clases on line a la par que a escribir. Del primer escrito que envié, poco más de un folio, supongo que para valorar nivel o estilo, salió mi primera novela.
Acondicioné un espacio. Compré un escritorio antiguo y lo restauré, y dejé en esa habitación solo cosas que me apetecían. Ni siquiera están todos los libros que tengo. También me compré unas sillas cómodas, la mía y otra por si alguien viene conmigo, pero acostumbro a estar sola. Es mi sancta sanctorum.
A la par que la novela he ido haciendo relatos. Algunos para enviar a concursos. Otros por el placer de escribir. Y así, sin darme cuenta, me he ido sumergiendo poco a poco en esta actividad y este mundo (el paralelo del otro lado de la pantalla) donde me encuentro feliz.
Puedo decir que si me impuse la hora de las 10 fue gracias a que mi factura de la luz contemplaba horas bonificadas a partir de esa hora. Por eso antes de esa hora no hacía nada. De todos modos, creo que el momento había llegado y lo aproveché.
La escuela me proporcionó principalmente motivación y confianza. Ambas cosas son tan necesarias o más a que te aporten conocimientos. Yo, creo que la base la tenía, pero eso lo necesitaba.
-Tus primeras publicaciones (2021) son diferentes antologías de microrrelatos “Luz de luna II”, “Microatardeceres IV”, “Escritores al al alba V” ¿Por qué decides escribirlas y qué te llevó a publicarlas?
No son mías enteras. Participo en ellas. Desde un principio enviaba MR a los concursos que la editorial Diversidad Literaria convoca casi cada mes. No lo hacía por concursar sino por el magnífico ejercicio que te exige la confección de microrrelatos, concentrando el contenido, eliminando lo superfluo, hasta quedarte con cinco líneas. Nunca gané, pero siempre me seleccionaron para formar parte de estas antologías que publican con los seleccionados. Nombro esas tres, pero estoy en más.
– “El jardín de Eva”(2022) Háblanos de ella y cómo surgió.
Yo había participado en uno de esos concursos con microrrelatos de terror. Debí estar a punto de ganar, quedé de los primeros. Si no entendí mal, a esos primeros les ofrece la editorial formar parte de una antología de relatos. Contactaron conmigo y me ofrecieron esta posibilidad, escribiendo un relato de terror, o un thriller, un poquito más extenso de lo que viene a ser un relato. Yo acepté. Firmé un contrato, y a los pocos días me propusieron un cambio. En lugar de relatos de terror, la temática sería relatos de mujeres, con otras seis mujeres que no nos conocíamos de nada. El método de edición era el crowdfunding, tú tienes que encontrar mecenas, compradores de tu libro, antes de que esté editado. Es como pagarlo por adelantado.
Yo ya tenía en marcha mi novela, recién enviada a editoriales. Les dije que para mi novela nunca habría utilizado este método, pero que para esa antología aceptaba. Vi en ello la manera de lanzarme a decirle a la gente que estaba escribiendo, de quitarme vergüenzas, de dar el salto, en definitiva.
Quedé contenta. Superamos objetivos. Se publicó. Gustó. El relato que escribí para ella se llama “Mía”.
-Has resultado ganadora en 2021 en el Concurso de relatos sobre el cáncer Caty Luz, organizado por AECC “No es la muerte, es la enfermedad “ Febrero 2022 ganadora del I Concurso de relatos organizado por la Escuela de Escritura Creativa Raúl Bolívar, con el relato sobre el acoso “En la escalinata “ En las convocatorias II y III quedó en segundo y tercer puesto respectivamente ¿Qué se siente?
Antes de el de Caty Luz de la AECC gané otro. Uno que convocaba una alumna de bachillerato como trabajo de investigación sobre editoriales cartoneras. El premio consistía en la publicación de tu relato en edición cartonera que es un libro artesano con material reciclado. Las tapas son únicas. Y es un libro muy especial para mí, por sus connotaciones. Un primer libro y diferente.
Después he ganado otros, el último hace unos días en un grupo de lectura. Con “La raya de la vida”.
La pregunta es qué sentí al saberme ganadora. El día que recibí la llamada no me lo podía creer. Es una emoción tremenda. Porque no te lo esperas en ese momento, y porque no esperas que eso te pueda suceder. En mi caso fue muy pronto. Pronto me refiero a que llevaba poco tiempo sumergida en la escritura. Y me vino fenomenal. Fue la prueba de que las cosas, todo, puede suceder. Para mí enviar relatos a concursos me exigía escribir y esforzarme en pulirlos mucho, darles mil vueltas. Experimentar en utilizar esta persona o esta otra, crear escenas y descripciones. Nunca los envié pensando en ganar, aunque a alguno les había cogido un cierto cariño. Siempre hay uno que te gusta más que otros.
Al día siguiente de recibir la llamada me levanté totalmente afónica. Cuando me llamaron para hacerme la entrevista apenas tenía voz. Creo que ganar un concurso es algo importante. Yo no me daba cuenta en ese momento ni me lo creía. Lo vi a través de las felicitaciones y reacciones de la gente.
– “Miradas desde el puente” es tu primera novela ¿Cuál fue el año de publicación? ¿Qué nos puedes decir de ella?
El día 25 de julio de este año, 2022, salió a la venta.
El primer folio que envié a la escuela forma parte de la introducción, con pequeñas variaciones. El profesor me dijo: “De aquí sale una novela. Puedes desarrollarlo”. Yo pensé: ”si llego a saber que me dice esto, hubiera escrito otra cosa, me lo hubiera pensado más”. Sin embargo, empecé a escribir. Me tracé un pequeño esquema a modo de diseño. Cuando le enseñé unos 30 folios al profesor, las correcciones las apliqué en el ordenador pero seguí escribiendo en la Tablet. Me di cuenta del error, de la bifurcación, a la vez que vi un exceso de personajes, cosas que sobraban o que no iban a ninguna parte. Pensé que aquello no servía para nada. Reconozco que ese fue un momento crucial en el que realmente diseñé la trama y me quedé con los personajes que me interesaban. Luego añadí alguno más, pero porque le venía bien a la historia. Y así llegué a los casi cien folios y al momento del susto. No sabía si eso era mucho o poco, pero yo todavía no la podía acabar; me faltaba bastante. Y continué.
Hasta que no di por terminado el borrador, no lo imprimí ni le dije nada a mi profesor. Cuando le pregunté cómo podía enviarle el archivo, si la quería mirar, se quedó sorprendido. No sabía que había continuado. Imagino que mucha gente no sigue.
Me dio muy buenos comentarios, algunas ideas, y busqué 2 lectoras beta. Apliqué cambios y busqué una tercera. Y tras esta, cuando me pareció que ya estaba bien, la registré y busqué editorial.
Se me hizo difícil encontrarle un título. Incluso estaba preocupada. El día que apareció el que tiene, respiré.
-¿Hay una segunda novela? Si es así, ¿Qué planes tienes?
Sí, tengo otra. No tiene nada que ver con “Miradas desde el puente”. He acabado el borrador después del verano, aunque la tenía empezada hace más de un año. Ahora toca pulirla. Yo le doy muchas vueltas. Soy muy perfeccionista. No soporto las faltas. Tampoco las cacofonías, o una redacción deficiente. O fallos tontos en la trama o en espacios de lugar o de tiempo. Mis personajes me exigen, pero yo también les exijo a ellos. Siempre digo que lo más fácil es desembuchar ese primer borrador, luego viene lo complicado, lo pesado.
Con M de mujer, la editorial que ha publicado “Miradas desde el puente”, por contrato me exige un mínimo de seis meses de distancia entre publicaciones. Para la primavera me dijeron que podría ser.
Yo tengo sentimientos contradictorios. Por una parte, si tengo la segunda, me apetece publicarla. Por otra, apenas he hecho publicidad de la primera y creo que se solaparían. Tampoco sé si, por temática, algún otro sello editorial encajaría más con la segunda. O si te ayudan más en la promoción. Me encuentro ahí, en un mar de dudas. Con ganas de que salga a la luz porque creo que es una historia bonita. Al poco de empezarla murió Almudena Grandes. A mí me encantaba Almudena. Sentí que me gustaría hacerle un homenaje a esta gran escritora y casi tengo mi humilde aportación.
Con la primera siempre tuve claro que lo intentaría con ellos, Con M de mujer, y tuve la suerte de que me aceptaran. En ese aspecto me encuentro feliz. También agradecida, aunque pienso que al ofrecer un manuscrito estamos ofreciendo un negocio que puede salir mejor o peor. Las dos partes apuestan.
Otro plan inmediato que tengo es publicar en Amazon un cuento que hice para mi nieta. Lo he decidido estos días y quiero que salga antes de Navidad.
Y para cuando tenga revisada esta segunda, mi intención es continuar con otra que dejé a medias. Y escribir relatos.
Quiero asociarlos por temática y publicar una antología. Paso a paso.
– ¿Qué se siente al cumplir uno de tus sueños?
Yo soy muy persistente. Sabía que llegaría a escribir, porque yo necesito llenar mi tiempo con cosas que me gusten y quería hacerlo. Pero me veía escribiendo, no publicando. Esto yo creo que no me lo había planteado. Y, me resultó tan fácil adaptarme a esta rutina, obligarme a escribir, sentirme a gusto en mi rincón, que me pilló desprevenida. Hasta que te preguntan qué harás con lo que escribas, o para quién escribes. Entonces es cuando te das cuenta de que no habías visto tu sueño en su totalidad.
Luego viene cuando alguien, en mi caso una amiga, te dice que qué valiente, atreverte a publicar. Yo, en ese momento, pensé, o qué osada, o qué inconsciente e ilusa.
Estoy feliz. El día que recibí la primera caja de libros tengo unas fotos horribles. Estaba emocionada, y no reaccionaba; no era mi cara. En alguna foto querían salir lagrimillas, y eso que yo no lloro. Pero era el momento de plasmar ese sueño sabiendo que era realidad.
He vivido momentos preciosos. Un mes después de recibir los libros, busqué un momento y un lugar en solitario y me dispuse a leerlo, como si no fuera el mío. Necesité tomarle esa distancia y fue maravilloso.
Cuando recibo reseñas de mi libro, algunas he de leerlas más veces porque no me lo puedo creer. Me pregunto si de verdad son sobre mí. Sé que no soy joven, pero esto no representa para mí ningún obstáculo. Pienso seguir.
El día 12 de diciembre presentaré la novela en la Biblioteca ca l’Oliveres de Lliçà d’Amunt, el pueblo donde vivo. Y me apetece mucho vivir esa experiencia. Creo que estoy viviendo este momento mezclando las “miradas” ilusionadas que tendría una niña y las serenas que me corresponden. Bonita mezcla. Pero las miradas de mi libro no dejan de ser más que eso.