Casas es uno de los máximos representantes de la pintura modernista

El periodo comprendido entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX es clave para entender la Europa actual. En esos años se produjeron grandes cambios, de todo tipo, que marcaron el rumbo económico, social y cultural de muchas regiones europeas, entre ellas, el Vallès Oriental.

Fueron los años de la expansión y consolidación de los efectos de la Revolución Industrial que dieron forma a la comarca, convertida en centro industrial por una parte y en lugar de vacaciones de la burguesía barcelonesa por otra.

Ese periodo convulso a todos los niveles se refleja perfectamente en el Arte. En esos años, surgieron múltiples movimientos artísticos, muy diferentes entre sí, cuyo único nexo era intentar romper con los cánones establecidos en el pasado.

En esa época encontramos a pintores universales como Vincent Van Gogh y Edvard Munch, contemporáneos que no llegaron a conocerse pese a las múltiples similitudes en su vida y obra, y que representan una corriente totalmente distinta a uno de los movimientos más característicos de aquel contexto: el Modernismo.

Mientras Van Gogh y Munch representaban la representación de las emociones más profundas del ser humano como individuo, la pintura modernista se englobaba en un movimiento más amplio que estaba tremendamente influenciado por lo que ocurría en una sociedad que se estaba convirtiendo en “moderna”. Los expresionistas deformaban la realidad desde la subjetividad; los modernistas eran fruto de la realidad de aquel momento.

Se considera que los máximos exponentes del Modernismo en pintura son Gustav Klint, Pablo Picasso -en una de sus múltiples etapas- y, sobre todo, el checo Alfons Mucha, ya que su obra empieza a desligarse de las salas de exposición y a relacionarse con la publicidad y el diseño. Estas son dos disciplinas que, si bien vienen del mundo del Arte, tienen sentido como una de las múltiples consecuencias de la Revolución Industrial.

La pintura modernista se expresa especialmente a través del cartelismo

Modernismo en el Vallès

El cambio del siglo XIX al XX viene acompañado de una época de bonanza económica que afecta a varias familias de Barcelona, las cuales instalarán algunos de sus negocios y segundas residencias en la comarca del Vallès.

La herencia más visible de este periodo es la arquitectura. En Barcelona, reina Antoni Gaudí, pero en el Vallès se impone la obra, algo más funcional, del arquitecto Manuel Joaquim Raspall, que da nombre a la Ruta Raspall que se extiende por Granollers, L’Ametlla, Cardedeu o La Garriga, donde se encuentra la emblemática Casa Barbey.

Sin embargo, el Modernismo en Catalunya no se limita a la arquitectura. Como en el resto de Europa, el movimiento se extiende a la literatura y la pintura, pero, además, las transforma en artes modernas que se apoyan en los avances tecnológicos de la época. Las nuevas técnicas de impresión y serigrafía permiten tiradas más amplias de libros o panfletos, así como grandes murales o la reproducción múltiple de una pintura.

Arte, técnica y artesanía se confunden con el Modernismo

Ramon Casas, referente del Modernismo

Si en literatura surgió el llamado Noucentisme, que también tuvo su expresión arquitectónica en lugares como Cardedeu, en pintura, hay un nombre propio: Ramon Casas i Carbó.

Nacido en Barcelona el 4 de enero de 1866, además de ser considerado uno de los referentes de la pintura modernista de toda Europa por sus carteles y, sobre todo, sus retratos, también fue un gran agitador de la vida social y cultural barcelonesa.

Su biografía está muy ligada a la de otro de los grandes nombres del Modernismo catalán: el escritor y pintor Santiago Rusiñol i Prats, quien probablemente sea más reconocido que Casas, aunque en la época estaban a la par. Ambos procedían de familias adineradas de la nueva burguesía, lo que les permitió poder dedicarse plenamente a las artes, dando lugar a lo que se conoció como la bohemia daurada.

Ellos dos, junto con el promotor cultural Pere Romeu y el pintor Miquel Utrillo, fueron el germen, en 1897, del histórico 4 Gats, una especie de respuesta barcelonesa al Café Gijón de Madrid. Estos establecimientos, como el Modernismo en sí, fueron también fruto del contexto socioeconómico y cultural del momento. Suponían puntos de encuentro y espacios de recreo que, por primera vez, no eran exclusivos de las clases altas.

Menos conocido que otros contemporáneos, la figura de Ramon Casas jugó un papel muy importante en el movimiento artístico que probablemente mejor define a Barcelona y la comarca del Vallès todavía hoy en día.