Es la cala Codolar
antaño el viejo puerto:
refugio de barcas blancas,
expresión de sentimientos,
inspiración del poeta
para sus versos veleros.
Queda rezagada toda
al amparo del silencio.
Custodiada a todas horas
por las vigías almenas,
y la majestuosidad
de sus murallas de piedra.
Es la cala Codolar
de Tossa, como una perla:
una joya irrepetible
dentro de la concha abierta
para que al amparo suyo,
yo desgrane mis poemas.
Cada día al despedirme
de su luz y su misterio,
cuando ya tengo en mi mente
las estrofas de mis versos,
presiento que ella me dice:
¡adiós poeta, hasta luego!
Francisco Barbachano