El acusado de asesinar a cuchilladas a la pareja de su ex novia en Montcada i Reixac ha asegurado que lo hizo en pleno brote psicótico obedeciendo a una ”voz interior”. Durante la primera sesión del juicio en la Audiencia de Barcelona el acusado, que sólo ha contestado a las preguntas de su defensa, ha apuntado que no se estaba tomando la medicación contra la esquizofrenia y que cuando la mujer le dejó para volver con su expareja lo pasó «muy mal». Fue cuando la mujer le dijo que el hombre la «maltrataba» que empezó a escuchar «unas voces interiores» que le decían que «lo matara». Aunque le provocó 118 lesiones, entre ellas la extirpación de los genitales, ha dicho que sólo quería «acojonarlo» y que murió en la primera o segunda puñalada.
Durante su declaración, el acusado ha explicado que cuando la mujer, con la que vivía en su casa, le comunicó que quería dejarle para regresar con su pareja, que en aquellos momentos estaba en Venezuela, inicialmente lo va “ entender” porque era una relación de muchos años, pero que posteriormente le afectó “mucho” psicológicamente.

Al día siguiente de que la víctima llegara a Catalunya para reunirse con su pareja, el 8 de mayo de 2019, el acusado explica que se vio con la mujer porque tenía que devolverle algo y que se dieron unos besos . A partir de ahí, ha añadido, se empezaron a ver a escondidas. Fue cuando la víctima lo descubrió que empezó a “maltratar” a su mujer, según ella le contó.

Es en ese momento, cuando hacía tiempo que no se tomaba la medicación por la esquizofrenia, cuando el acusado ha explicado que empezó a escuchar unas voces interiores que le decían que matara a la víctima porque maltrataba a su expareja. Unas voces que «le molestaban» pero que le empujaron finalmente a matar al hombre creyendo que estaba haciendo «lo que era correcto». «Eran muchos los problemas, las voces se apoderaron de mí y acabé matándolo», ha señalado.

El día de los hechos, el acusado reconoció que fue a Montcada i Reixac con un cuchillo en la mochila pero con la única intención de asustar a la víctima, en ningún caso de matarle. Cuando localizó a la pareja, ha explicado que, cuchillo en mano, fue corriendo hacia la víctima que le roció con un spray de pimienta para defenderse, situación que se repitió en varias ocasiones. En plena trifulca, la víctima tropezó y cayó al suelo, momento que aprovechó para darle una puñalada que le causó la muerte. «Se me fue la cabeza», ha recordado.

A partir de ahí, recordó que se sentó en un banco con ganas de vomitar al ver lo que había hecho y que una muchedumbre de gente se le acercó para agredirle hasta que llegaron los Mossos d’Esquadra, con los que colaboró ​​en todo momento. «Me sentía muy mal porque la verdad es que yo no me dedico a matar a gente. Es la primera persona que he matado y no quiero volver a hacerlo», ha añadido.

A preguntas de su defensa, el acusado ha reconocido que la esquizofrenia paranoide que tiene diagnosticada desde los 16 años le ha traído muchos problemas cuando deja de tomarse la medicación. Aquí, recordó que ha agredido físicamente a su padre en varias ocasiones y que estuvo previamente en prisión.

El acusado aseguró que cuando empezó a escuchar las voces pidió ayuda a su psiquiatra, pero que cuando la llamó, pocos poco antes del día de los hechos, no pudo ponerse. «Se me cayó el mundo encima y después ocurrió lo que pasó», apuntó.

Con la sesión de este martes se ha iniciado un juicio que se prevé que se alargue unas dos semanas, donde el acusado afronta el delito de asesinato con alevosía y ensañamiento, con la alteración psíquica como atenuante, y por el que se pide una pena de prisión de 22 años y medio, con un posterior período de diez años de libertad vigilada. Se pide, también, que no se pueda acercar a menos de mil metros de su ex pareja, así como de su domicilio, puesto de trabajo o puestos que frecuenta durante diez años, impidiendo, de la misma forma que se comunique a él a través de ningún medio. Paralelamente, se prevén indemnizaciones a la expareja, los padres de la víctima y su hermano que ascienden a los 380.000 euros en total.