Al inicio de la pandemia
el vocablo “confusión”,
alcanzó un gran relieve
confundiendo a la nación.
Creció la inutilidad
dicho sea, con perdón.
Lo que era blanco a la una,
a las dos ennegrecía
porque Fernando Simón
con su labia, confundía.
Y eso se convirtió,
en el pan de cada día.
El caso és qué, confundir,
sigue en plena vigencia
con el show de las vacunas
sin medida ni prudencia:
las hay buenas, las hay malas,
y eso agota la paciencia.
Mezclar no és aconsejable
según algunos expertos.
Otros dicen que da igual,
que el resultado es “el mesmo”.
Lo dicho: la confusión,
sigue sin tener remedio.
Francisco Barbachano