César Alcalá

Si bien el futuro político de Pere Aragonés se le está haciendo bastante cuesta arriba, no ocurre lo mismo con su vida privada. Esta va viento en popa y siempre gracias a aquellos a los que más odia. “Aquella España casposa y de derechas”. Pues gracias a esto la familia Aragonés no tiene problemas para llegar a final de mes.

Políticamente tiene muchos números para ser el próximo presidente de la Generalitat. Será el undécimo y no el 132. La Generalitat, tal y como la conocemos hoy en día, es un invento de un andaluz llamado Fernando de los Ríos que, para calmar a un revolucionario Macià, le prepuso crear una estructura política en Cataluña. Un delegado de España en Cataluña, con ciertas competencias legislativas, siempre subordinado al Gobierno y a las Cortes.

Pues bien, Aragonés tiene unos aliados fijos, las CUP, pero uno díscolo, Junts. Y es que la guerra está abierta. Los dos grandes quieren repartirse el pastel. Este tiene un adorno en medio que se llama Puigdemont. Porque a este siniestro personaje no sólo se le tiene que mantener, sino que quiere tener mando en plaza. El otro en discordia es Junqueras, que no puede ni ver a Puigdemont. Con lo cual, seguimos con guerras internas a mayor gloria de ellos, no de los catalanes. Porque sus votantes les importan muy poco. Ellos solo piensan en la poltrona y en la repartición de cargos, tanto en la Generalitat como en la empresas satélites vinculadas a ellos. La fallida investidura esta proporcionalmente vinculada con el hecho de no haber llegado a un acuerdo en el reparto de cargos. Así de sencillo y patético.

Ahora Junts quiere que ERC gobierne sola con las CUP. Es una trampa muy inteligente. Junts sabe que ERC no tiene el mismo músculo que ellos para gobernar. Que no tienen casi 30 años de experiencia. Que los ex convergentes saben gestionar y ERC no tiene ni idea. Hay que tener en cuenta que existe una división dentro del Govern de la Generalitat, las Consellerias vinculadas a Junts han funcionado mucho mejor que las de ERC. Y es que el nivel se nota y se aprecia. Por eso los lanzan al vacío para que se estrellen y la gente se dé cuenta de su incompetencia.

Los dejarán gobernar durante 1 año y moverán hilos para unas nuevas elecciones. El coste de estas últimas ha sido de 8 millones de euros. ¡No importa! A ellos les gusta jugar a ser políticos, no a hacer política. Y, entre juego y juego, Cataluña sigue paralizada. Nada funciona correctamente, las empresas se marchan, no hay dinero y todo lo que ustedes ya saben. ¿Esto les preocupa? Rotundamente no. Han entrado en una rutina, en un bucle, en una día de la marmota que les impide ver la realidad. Como ha afirmado recientemente el exletrado mayor del Parlament, Joan Ridau, “el conflicto puede convertirse en un empate de impotencias… La autodeterminación está abocada al fracaso”. Esta es la pura realidad.

Por otra parte, en lo personal, la vida no les va mal a Aragonés y a su familia. Recordemos que el abuelo franquista y alcalde de Pineda de Mar proyectó un holding de hoteles en toda la costa catalana. Pues bien, el padre y los tíos de Aragonés tenían una compañía radicada en Curazao (Antillas holandesas) dedicada a la gestión de los hoteles que la familia tiene a lo largo de las costas catalanas. Empresa establecida en un paraíso fiscal. Muchos que se rasgaron las vestiduras con los papeles de Panamá, ahora han de callar.

La citada empresa se llama Phedra Hotels Holding SL. Actualmente, desde junio de 2013, está inscrita en el Registro Mercantil de Barcelona. ¿Por qué? Pudieron blanquear su empresa en un paraíso fiscal y limpiar su imagen gracias a la amnistía fiscal que aprobó el gobierno de Mariano Rajoy. ¡Hombre! ¡Qué casualidad! El malo de la película fue un benefactor para los intereses empresariales de la familia Aragonés. Estos poseen los siguientes hoteles en las costas catalanas:

Bahía de Tossa y Mar Menuda, Costa Brava; Golden Taurus Aquapark Resort, en Pineda de Mar; Port Salou, Donaire Beach, Costa Salou y Avenida Family Suites, en la Costa Dorada. En el años 2019 el grupo ingresó 36 millones y declaró un beneficio de 3,6 millones. Sus recursos propios se cifraron en 46 millones.

El problema de muchos políticos catalanes es que, cuando dejen su actividad, no tendrán problemas para seguir trabajando o para vivir del cuento. El problema es que no todos los catalanes pertenecen a esta pequeña media burguesía catalana. La inmensa mayoría tienen problemas para llegar a final de mes, los están pasando mal con la pandemia y sus políticos no les solucionan sus problemas. Unos viven en un mundo paralelo y no pidan la calle. Esta fractura entre política y sociedad hace que, en Cataluña, no se evolucione hacia una normalidad. ¿Hasta cuándo durará el día de la marmota?

César Alcalá