Roberto Giménez

Creo que fue el ex conseller de Urbanisme i Política Territorial de la Generalitat de Catalunya Felip Puig del último govern de Jordi Pujol en la primavera del 2003 que nos invitó a almorzar con él para hablar de la política catalana y la tensión con la política nacional en el Hotel Cándido de cuatro estrellas en la entrada de Terrassa.  A todos los directores de prensa, radio y televisión de los dos valleses. El ex  conseller estaba con Josep Rull cap de la oposición de aquel ayuntamiento, y el director de prisiones de la Generalitat de esa localidad.

La comida había ido normal. El conseller nacionalista medía correctamente sus palabras. Hasta que al llegar al café, copa y puro cuando salió el radical que le salió la que odiaba al presidente del gobierno español José  María Aznar y al ministro Mariano  Rajoy, todos nos reíamos de esos hilos de petróleo (hacia unos meses que había puesto en portada de Revista del Vallès que GALICIA ES NOSTRA, el fin de semana que trescientos voluntarios habían recorrido mil kilómetros para ayudar como miles de españoles para ayudar a los gallegos en la COSTA DE LA MORTE. En aquellos dramáticos días que veíamos  la pesadilla de un  mar negro y  muerto. El Atlántico también fue nuestro Mare Nostrum, porque en  la desgracia todos somos hermanos. La desgracia gallega era una desgracia nacional. En esas condiciones extremas España es una sola. No importan las  derechas  ni las izquierdas. Lo importante no fue, es ni será. Eso  lo volvimos a ver el 11 de marzo de 2004 cuando cambió radicalmente con el atentado terrorista y el inesperado triunfo de ZP que abrió la caja de Pandora. Nunca en Granollers ni en todas las ciudades catalanas se había despertado una actitud más unidad con  Madrid. Nunca es nunca…

Pero volvamos a la comida de Terrassa,entre el cava y la copa de coñac se desató lo que en verdad sentía el conceller radical. El director de la televisión local le preguntó sobre el interés que el Govern pidiera al Gobierno que traspasara las competencias de RENFE. Felip Puig dejó de ser políticamente correcto y le salió su alma política de los cachorros de CDC, Les Joventuts Nacionalistes de Catalunya que tienen la bandera azul estelada, él antes de los treinta años había sido el secretario general de  las JNC.

El contestó que en futuro CDC tenía que cortar con  los democristianos de UDC y juntarse con ERC porque Catalunya iba a desaparecer, yo sorprendido por esta declaración radical le dije que el País Vasco y Galicia ni Catalunya iban a desaparecer, que no entendía su postura tan cercana a los republicanos y le pregunté si Jordi Pujol estaba de acuerdo. Me contestó que no, porque el Honorable era amigo personal del rey y no podía reclamarlo pero su sustituto, Artur Mas, sí. Yo tuve la intención de irme, no me fui como director de la Revista no como persona física.

Estaba cabreado y al llegar a la redacción llamé al bueno de Xavier Quincoces (q.e.p.d.) jefe de UDC y no se extrañó al decirme que todos los de la JNC  pensaban así y luego a la líder de CDC, Carme Esplugas que me dijo que ese pensamiento era como el que me había confirmado Quincoces.

En resumen la actitud y el sentimiento de CDC no ha cambiado sino que se ha radicalizado lo sabemos bien.

Roberto Giménez