Vivió y murió a su aire
siendo autentico y legal;
así fue Quique San Francisco,
un cómico monumental:
maniático, incorrecto;
pero un tipo muy cabal.
Hacía mil perrerías
con su enorme simpatía
y se jugaba la vida
ante cualquier injusticia.
Tenía muchos amigos,
empezando por la “birra”.
Padres Vicente y Ketty:
nació en cuna de artistas
aunque ninguno igualó
ni el arte, ni el carisma,
con que Quique asombró
con su irrepetible humor.
Le conocí siendo un niño
con Ketty Ariel, su madre
y me conmueve su adiós
por su bondad inefable.
Descansa en Paz, donde estés,
gran Quique, inimitable.
Francisco Barbachano