Me gusta que Salvador Illa haya sustituido a Miquel Iceta como alternativa los separatistas por el PSC. Nunca he votado a los socialistas para la presidencia a la Generalitat. Un amigo de CAFÉ de Barcelona que habíamos estudiado periodismo en Bellaterra nos confesó al grupo de viejos amigos, que en el 2003 había votado a Pasqual Maragall para echar CiU de la Generalitat, después de veinte tres años de Jordi Pujol.
El triste triunvirato de izquierdas acabó ocho años después por la depresión económica que llevó a Artur Mas con mayoría absoluta, el delfín de Pujol, al frente de la Generalitat, como ha sucedido en la Casa Blanca a Donald Trump.
Donald y Artur me caen igual de mal. Es la única alegría del pasado año para olvidar…
A nivel nacional tampoco me gusta el PSOE de la sonrisa Profident Pedro Sánchez con la banda de PODEMOS, me costa que la mayoría se los socialistas hubieran preferido que el presidente de gobierno hubiera pactado en la primavera con Albert Rivera. Las prueba del algodón fue el hundimiento de Ciudadanos de cincuenta y nueve diputados a diez, y la tocata y fuga del fugaz político que ha dejado hecho unos zorros a una sacrificada Inés Arrimadas. Albert fundó y mató a Ciudadats. Rivera no volverá a la política.
Me gusta Salvador Illa porque hace veinticinco años que lo conozco, es un viejo conocido que entrevisté en los años 90 cuando sustituyó a Romà Planàs el viejo alcalde socialista de la Roca del Vallès que le dio un infarto tres meses de haber llegado al cargo después de haber estado cuarenta años exiliado en Francia. Salvador Illa era su lugarteniente, y tomó el mando…
Lo conozco y sé que es honrado y buena persona, es la persona más influyente de mi CLUB DE LECTORES, que hace veinte años comí en la biblioteca de la Fonda Europa cuando aprobó la construcción de la Roca Village, un centro comercial al aire libre con la arquitectura de neo pueblo catalán de principios del siglo XX, contra la voluntad de mis clientes los comerciantes de Granollers y de la vecina Mataró lo defendí porque entendí que beneficiaba a las comarca, cinco millones de turistas vinieron hasta el 2019, y volverán a venir cuando acabe la pandemia. Los clientes son gente rica porque todas las tiendas son de lujo pero rebajadas porque son de la temporada. En Barcelona está La Roca Village. Como Madrid tiene las Rozas, los comerciantes de Granollers hasta este puto año se ganaban bien la vida.
Me dijo en otra entrevista que amaba a Catalunya como ama a España por eso me gustó…
Roberto Giménez