Roberto Giménez

Desde que el mundo es mundo todas las generaciones han tenido una fecha en el imaginario colectivo, todas sin excepción. En general, más negativas que positivas…

En España, todas las naciones la tienen, también. A mi generación, mis tatarabuelos, la pérdida de Cuba, la crisis de 1898 narrada en los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós que éste mal nacido año se celebra el centenario de su muerte.

A los bisabuelos la gripe mal llamada española de 1918 que mató a cuarenta millones de personas, mayormente jóvenes.

 A nuestros abuelos el 18 de Julio de 1936 que vivieron horrorizados la violencia de la guerra civil desencadenada por los dos bandos.

 A nuestros padres el 20 de noviembre de 1975, y  nosotros éste de la pandemia no tiene fecha sino un número 2020 y tal vez 2021, como la de 1918 que continuo en 1919.

El 98, el 18, el 36, el 75 (aquí hay disparidad de opiniones porque bastantes catalanes lloraron por el temor al futuro), y el 2020 por la pérdida de miles de familiares, y también por el temor al futuro…

Pintan bastos por el futuro económico del mundo (los chinos se han ido de rositas) por la amenaza de una depresión de caballo en Occidente: cuando veas las barbas alemanas mojar pon las tuyas a remojar. Porque no hay que ser economista para saber que España va a pasarlas canutas: ríete de las crisis del petróleo de 1973, de la guerra entre Irán e Iraq de 1980, la española de 1993, y la mundial de octubre de 2008, que fue un aperitivo de ésta…

En éste momento la crisis nos coge con el pantalón bajado en el puto invierno que dura un año. Hay una canción de Sabina que dice que ‘un extraño verano no dejó de nevar’, es una metáfora del poeta sureño.

No entiendo porque el gobierno de Pedro Sánchez no hace como Ángela Merkel que ha decidido a su república federal pasar de sus Estados y decidir desde Berlín ir a todos a  una, y no a diecisiete comunidades  autónomas. Por eso prefiero a la Merkel que a Sánchez.

Lo de aumentar el salario mínimo propuesto por Pablo Iglesias contra la opinión de Nadia Calviño es la filosofía de Lenin de ´contra peor, mejor´. Las empresas no pueden pagar más. A cambio el gobierno haría bien en recortar los sueldos y las dieta conscientes de las dificultades en general de la sociedad que administran.

Roberto Giménez