Roberto Giménez

A principios de 2004 se produjo un escándalo en el seno del Tripartit de Maragall, ERC e IC con razón los socialistas, y todos los partidos de la oposición, se rasgaron la vestiduras tras la inmoral iniciativa de Josep Lluis Carod Rovira que era el vicepresidente del Govern de la Generalitat se había desplazado a Francia para negociar con ETA para que no atentarán en Catalunya.

La noticia fue filtrada por el CNI que hacía tres años que se había fundado, cambiando la antigua inteligencia de CESID con mucha experiencia en el terrorismo etarra, creado en la Transición política que no fue modélica por el terrorismo vasco que se cebó con el País Vasco, y especialmente en Madrid y Barcelona. En 1978 yo era guardaespaldas de un coronel del Estado Mayor de Valencia, en Capitanía General.

La hija  del regidor republicano de ERC, Pep Mur, que estudiaba danza nacional en Madrid le preguntó a su padre si quería que volviera a Barcelona, Mur le dijo que no porque la vocación era la danza en el Teatro Nacional música clásica española, me lo dijo su mismo padre en una Carátula

Lo cuento porque el chofer que acompañó a Josep Lluis Carod Rovira a Perpiñán era un nombre que me sonaba pero no sabía de qué, Jaume Renyer Alimbau. Llamé a Lluis Tintó  el responsable de la Hemeroteca municipal que le tenía  inquina a los socialistas, lo puedo decir porque ya está jubilado, era critico porque es nacionalista, ahora debe ser indepe.

Le llamé para que me dijera porque a mi sonaba su nombre y Tintó me lo dijo, que en los años 80 había secretario municipal del Ayuntamiento de Josep Pujadas que hacía muchos años que lo había dejado para ir a dar clases en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona patria local de los dos políticos.

En los años mi ‘garganta profunda’  me contaba desavenencias personales entre el irónico Rafael Ballús (1979/1987) y Josep Pujadas, Pujadas y el letrado Ramón Font, y entre otros concejales.

 Ballús dejó la política porque se había quedado tan solo como la una.

El alcalde actual Josep Mayoral sólo lo soporto unos meses, lo mismo le pasó en el Hospital de Ciudad Real, en la Cruz Roja de BCN y en el Arnau de Vilanova de Lleida por donde pasaba soltaba veneno.

A mi me puso la primera querella que me puso en enero de 1984 del que salí absuelto.

Nadie soportaba su ironía…

Roberto Giménez