Nos vamos sin rechistar
todos mis ripios y yo
con mascarilla en ristre
a modo de protección;
que, en agosto amigos míos,
es mes de vacación.
Cansados de incertidumbre
necesitan relajarse
y con prevención extrema
de esa tabarra olvidarse;
lavarse con agua y jabón
para no contaminarse.
A mis ripios no les gusta
tanto cambio inmediato:
se cambia del blanco al negro
en menos que canta un gallo.
Un agosto en silencio,
remediará el desencanto.
Volveremos en septiembre
el viernes día cuatro.
Entre tanto les deseamos
el mejor de los veranos.
Sean felices amigos
y cuídense de ese mal trago.
Francisco Barbachano