Enrique Jimeno

Uno de los principales retos que a los que como sociedad nos tendremos que enfrentar en septiembre es el de la vuelta a las aulas. Les hablo desde Cardedeu, un municipio de más 18000 habitantes del Vallès Oriental que afortunadamente no ha sido de los más castigados por el Covid-19. Pero, no por ello dejo estar especialmente preocupado, porque la política del gobierno municipal en esa crisis ha estado marcada por el reactivismo y no por la prevención y la anticipación. Es algo que tristemente constaté en el pleno del jueves 27 de febrero, cuando ya reclamé una campaña de prevención, siendo tildado entonces de alarmista por la regidora de Salud. Y lo he vuelto a constatar ahora, cuando el pasado 25 de junio inquiría al equipo de gobernó sobre cuál era su plan de contingencia en caso de rebrote y la misma regidora confesó que no existía.

Si nos centramos en el inquietante asunto del regreso a las aulas, volvemos a constatar que la tónica sigue siendo la misma: primero habla el Departament d’Educació y después, siempre a remolque de los acontecimientos, actúa la regiduría correspondiente, sin plantearse nunca ejercer su liderazgo ni avanzarse a los problemas. Sin ir más lejos, en el último Consejo Escolar, cuando se expresó por parte de los docentes la necesidad de Wifi gratuito en el municipio, no se obtuvo respuesta alguna por parte del Ayuntamiento. Y la oposición sigue sin saber cómo el gobernó municipal contribuirá a que la recuperación de la actividad se produzca sin riesgos innecesarios.

¿Por qué esta inoperancia? Que tanto el Departament d’Eduació como el gobierno municipal estén en manos del mismo partido –ERC- no parece ser una ventaja, sino justamente lo contario, un freno. Y el tema es más trascendente de lo que pueda parecer, porque si algo se deriva de la crisis sanitaria actual, es que el Covid19 debe estar frotándose manos ante el actual regreso a la normalidad y salivando de nuevo ante la vuelta a las aulas en septiembre. Su único interés es el de expandirse de la forma más exitosa posible y, si para ello, ha de camuflarse y utilizar nuevos vectores de contagio o incluso mutar, no dudemos de que lo hará. Y la novedad de estos días es que precisamente los jóvenes se han convertido en uno de los vectores de contagio más activos. Por cierto, escribo justo después de observar como un grupo de más unos 15 adolescentes se arracimaban sin mascarillas en un banco, bajo el pórtico del edificio del ayuntamiento de Cardedeu.

Pensemos en cómo los directores de los centros están viviendo las noticias que se han ido acumulando en las dos semanas posteriores a la rueda de prensa del 29 de junio, en la que el conseller d’Educació, Sr. Josep Bargalló, anunció la recuperación total de la vida académica en las enseñanzas obligatorias desde el lunes 14 de septiembre.

Realizaré un rápido repaso:  ante la queja de 239 experto la OMS se vio forzada a reconocer que el aire en espacios cerrados es una importante y peligrosa vía de contagio; se comprueba que los jóvenes asintomáticos están jugando un papel muy activo en la expansión de la pandemia; se multiplican los rebrotes en Cataluña hasta el punto de regresar a la situación de confinamiento en Lérida y a aplicarse medidas restrictivas de la circulación en Hospitalet; tras una mínima recuperación de la actividad escolar en junio se  confirma que dos institutos han sido el origen de nuevos rebrotes; las autoridades médicas denuncian la escasez de rastreadores que permitan hacer un buen seguimiento de la evolución de los contagios; las medidas de prevención adoptadas hasta ahora en Cataluña revelan muchos fallos e ineficacia; se establece precipitadamente la obligación de llevar mascarilla pero todos comprobamos que esa medida se incumple en los trasportes públicos y en los espacios públicos de convivencia sin apenas consecuencias para los infractores. Y podríamos seguir: no está previsto hacer test al profesorado en Cataluña, los centros todavía no saben con qué recursos sanitarios van a contar en septiembre, etc., etc.

Ante este panorama, basta con releer ahora el “Pla d’Actuació per al Curs 2020-2021” para darse cuenta de que ha quedado desfasado, porque de entrada su fundamentación científica es deficiente (trasmisión vía aérea, los jóvenes como importante vector de contagio en contra de lo que allí se afirma), porque algunas de medidas contempladas han sido rectificadas por la misma Generalitat (no se contempla el uso permanente de mascarillas en los espacios interiores, como el Departament de Salut ahora exige), y porque, por otra parte, muchas de ellas son de muy difícil aplicación práctica (trazabilidad –qué pasará en el transporte escolar que trae cada día a Cardedeu a los escolares de otros municipio  y en las concentraciones en las puertas de nuestros centros en las entradas y las salidas: ¿habrá agentes cívicos colaborando?-; la distancia de seguridad –aulas reducidas-;  frecuencia del lavado de manos –algo muy complejo de poner en práctica en los institutos-; etc.).

A la vista de la situación alarmante que estamos reviviendo ahora en tantos lugares, ¿qué nuevas iniciativas se están planteando a nivel municipal para impedir que estos riesgos potenciales deriven en nuevos rebrotes en septiembre? No podemos seguir instalados en los planteamientos sólo reactivos. Los gobiernos municipales están está obligados a reevaluar la reapertura de las escuelas a pleno rendimiento en función de los nuevos datos y de reforzar y asegurar al máximo todas las medidas de prevención posible. Y corresponde a los gobiernos municipales ser los primeros en exigir al Govern de la Generalitat que les dote de medios y que diseñe con rigor sus planes de reescolarización, ahora que ha recuperado la plenitud de sus competencias, por cierto, con un nivel de eficacia a la vista de todos. 

El propio Departament d’Educació hacia mediados de junio preveía otras medidas más sensatas de recuperación de la actividad lectiva en septiembre. Manejaba entonces ratios entre 15 y 22 alumnos por aula y la posibilidad de aplicar un sistema híbrido presencial-virtual a partir de 3º de ESO. Era un planteamiento mucho más seguro y sensato que el que finalmente se ha aprobado, porque reducía muchísimo el riesgo de contagio. ¿El problema es de recursos? Pues si es así, sería importante que todos nos movilizáramos para que esos recursos se garanticen. No nos hemos de exponer alegremente a un nuevo escenario de confinamiento masivo por ese motivo. ¿Cuándo aprenderemos? Y, por cierto, la enseñanza online se ha demostrado mucho más eficaz de los que se ha querido reconocer. Nada justifica que los alumnos tengan que volver a estar permanente encerrados en aulas tantas horas cada día -6 en secundaria- si los peligros son tan considerables. Con cuatro bastaría. Seamos prudentes.

Enrique Jimeno

Regidor de Cs en Cardedeu