
La semana pasada vimos con alarma como fuerzas políticas con responsabilidades directas de gobierno directas y otras desde la oposición priorizaban sus agendas de intereses partidistas y no en el bienestar de los ciudadanos que ahora pasa por la gestión de la desescalada prudente de la pandemia y los planes de reconstrucción. La misión de los políticos es resolver problemas con la mirada puesta en el bien común y, si en desafíos como el actual no nos centramos en las auténticas prioridades, sumando aportaciones y limando diferencias, hacemos un flaco favor a la respetabilidad de la política. En Ciudadanos lo tenemos muy claro y por eso desde el primer instante hemos centrado el foco de atención donde debe estar, con una postura proactiva y constructiva. Con ese ánimo me gustaría referirme a un tema de especial y actualidad: el retorno la escuela en la fase dos.
Para empezar y como conocedor de este ámbito, lo primero que tendríamos que hacer es reconocer el valor el extraordinario trabajo realizado por el profesorado durante el confinamiento. Merece estar en el podio de excelencia del Covid-19, porque aunque haya combatido desde un discreto segundo plano, ha hecho mucho más de lo que se exigía y en condiciones a menudo muy adversas: sin medios adecuados (no olvidemos que la formación no presencial ha sido posible gracias a los recursos informáticos y a sus conexiones de datos), encerrados en sus viviendas mientras se atendían responsabilidades familiares y lidiando con directrices confusas o contradictorias (actividades “no evaluables”, devoluciones de cuotas, selectividad, aprobado general, retorno selectivo) que han provocado infinidad de consultas perfectamente evitables, si se hubiera informado con más prudencia. Sin embargo, con su discreción, eficacia y compromiso, el profesorado ha desactivado angustias, ha reempoderado al alumnado y ha ejercido una impagable labor de acompañamiento y de bálsamo emocional. Y todo eso lo ha conseguido porque ha tenido muy clara su prioridad: mantener en pie la formación. Y se ha producido un auténtico milagro: partiendo de casi la nada, se ha articulado una escuela online, que ha funcionado con más efectividad que la demostrada por muchos gobernantes con sus asesores.
No hemos perdido por tanto un trimestre, sino justamente lo contrario: lo hemos ganado heroicamente contra todo pronóstico. En primer lugar porque nos ha permitido a todos ponernos a prueba y evaluar nuestra capacidad de respuesta en situaciones dificultad y de estrés. En segundo lugar, porque ha contribuido a desplegar elementos de intervención pedagógica que van a ser extraordinariamente fértiles en el futuro (clases, reuniones y entrevistas personales online, mayor versatilidad y personalización de la plataformas de comunicación, nuevas estrategias de atención a la diversidad del alumnado). Y en tercer lugar -y esto es especialmente relevante a en el ámbito municipal-, nos ha permitido identificar con meridana claridad al alumnado y a las familias que se han desconectado de la escuela y que necesitan una atención más urgente. A nivel profesional y también como regidor de Cardedeu en la oposición he podido seguir de cerca el problema y he comprobado como desde el Departament tras defenderse la interrupción de la actividad formativa formal para evitar discriminaciones, se optó por promover una solución básicamente técnica favoreciendo la distribución de ordenadores y la conectividad. Sin embargo, a ningún profesional de la educación se le escapa que el problema de este alumnado -en muchos casos con necesidades educativas especiales- no son los ordenadores, sino disponer del contexto inclusivo presencial, combinado ahora con nuevas medias inclusivas alternativas todavía por explorar.
Estos días vamos a seguir discutiendo mucho sobre la desescalada escolar. Pero mi diagnóstico es preciso: hay que recuperar a este alumnado urgentemente y eso pasa por que sea el primero en recobrar la actividad presencial. Trabajemos desde todas las administraciones para conseguir que se reintegren a las aulas antes de acabar el curso y en ese cometido las regidurías municipales de educación pueden ayudar mucho.
Enrique Jimeno
regidor de Ciudadanos en Cardedeu