Roberto Giménez

Anoche me dormí relajado y tuve un agradable sueño de mi pasado profesional: a las tres de la madrugada alguien me despertó con el móvil porque tenía que ir esa noche de la  Inmaculada Constitución de 2012, el día que me jubilé antes de tiempo (55 años), porque tenía que escribir un Monográfico de la Navidad, yo sólo, de la ceca a la meca, ya que iba a dar en exclusiva una noticia que iba a cambiar la Historia de Granollers. El reportaje era tan interesante y atractivo que sólo podía escribirlo el director, me dijo el desconocido, una misteriosa garganta profunda como se utiliza en el argot periodístico a un informante anónimo que te da una valiosa noticia.

Desperté sin sueño, y me vestí como los bomberos de guardia bajando por la columna metálica para apagar el fuego de urgencias. Mi mujer se asustó y me preguntó que pasaba  y le contesté que debía dar una importante noticia de última hora y que se durmiera.

Abajo, en la puerta de casa me esperaban dos hombres de confianza el diseñador Athos (Jonathan Gelabert) y el fotoperiodista Garci (Josep García). Garcí, buen informante, me dijo que la noticia era una bomba informativa que había que publicar 11.000 ejemplares como el mítico año de 1992, la moción de censura del insubordinado Manuel Nériz que quitó la alcaldía al socialista Josep Pujadas dando por primera, y única vez, el poder a los nacionalistas de Josep Serratusell (CiU)

Esa noche de helado invierno con luna de hiel llovía y el viento hacía inservible el paraguas, pero pese a la galerna más propia del cantábrico que del mediterráneo, los tres nos fuimos a la bonita redacción que era mi segunda casa.

Le pregunté al fotógrafo de qué iba, pero él había oído campanas, que me tenía que informar la misteriosa  garganta profunda. Que me esperaba en la puerta de la redacción.

Ahí estaba esperándome el  desconocido que era un economista que me explicó como Granollers, Catalunya y España entera iban a superar el derrumbe económico que se avecina.

El despertador me abrió los ojos y entendí que el sueño era una pesadilla y que nunca podría escribir la novedad en la Revista muerta.

Ésta noticia nunca la pude dar.

Roberto Giménez