César Alcalá

Parece que empezamos la “desescalada”. Un vocablo que alguien se ha inventado y ahora ha sido sustituido por “la nueva normalidad”. El término recuerda al “hombre nuevo” que, desde Nietzsche, han perseguido muchos totalitarismos. Y el tema nos es baladí. El discurso no puede trascender a la opinión pública como una imposición. Tampoco echándole la culpa a la gente y lavarse las manos como Herodes. Se ha demostrado que el “hombre nuevo” nunca ha existido. Como escribió Harold Bloom: “Lo que nos hace libres es la gnosis de quiénes fuimos… de lo que somos… de donde estuvimos… del lugar al que hemos sido arrojados… el lugar al que hemos sido precipitados… de lo que hemos sido liberados… de lo que es realmente nacer… de lo que es realmente renacer”. O, como dijo Ernst Jünger “el hombre sigue perdiendo sentido ‘como ser único’, haciéndose cada vez más claro su destino como destino de las especies”. Cuando hablamos de “nueva normalidad” nos podemos remontar al Gran Hermano de George Orwell. Pero sólo es un pensamiento que uno tiene al oír ciertas expresiones de un pasado.

Lo importante para todos es que se han puesto en marcha una serie de fases que empezaron el 28 de mayo y, si todo va bien, finalizará el 24 de junio. Dicho de otra manera, para San Juan todo habrá finalizado y algunos podrán celebrar el verbena. Entre medio una recuperación total de los sectores que más han sufrido durante estos meses de confinamiento. Una apertura de pequeños comercios, restaurantes, bares y todo el sector servicios. Estos negocios han sido los grandes perjudicados por el covid-19. Y es que las consecuencias serán desastrosas para la economía española. Al menos durante este 2020.

Hay toda una serie de curvas de aceleración y desaceleración de la economía. En esto los economistas no se ponen de acuerdo. La que si dicen todos es que no nos vamos a recuperar hasta el 2023. Y que el endeudamiento de España será tenido en cuenta para pedir un plan de rescate. Estamos abocados a él. Y lo peor no son los macro datos que muchos no comprendemos y no nos interesan. A la gente le preocupa la pequeña economía, la del día a día. Si pueden pagar las facturas y llegar a final de mes. El problema de “la nueva normalidad” es que será “nueva”, pero no habrá normalidad. Muchos autónomos y pequeños comercios ya no levantaran las persianas. Cientos, por no decir miles de personas tienen su futuro en estado de alarma. No saben lo que harán a partir del 24 de junio.

El covid-19 ha sido esta siendo una guerra sin enfrentamiento de ejércitos. Sólo un ejemplo para darnos cuenta de lo que estoy diciendo. Todos han oído hablar de la guerra de Vietnam, que transcurrió de 1955 a 1975. Durante este periodo los Estados Unidos tuvieron 58.120 muertos. Curiosamente nunca le declararon la guerra a este país. Pues bien, en dos meses los Estados Unidos han tenido 58. 955. En dos meses han muerto más personas que en veinte años de guerra. Y en los demás países el número de muertos es igual de espectacular.

El problema es que, cuando hay una guerra luego se tiene que reconstruir. Después del covid-19 no se tendrá que reconstruir nada destruido, sólo la economía. Esta es la clave. Muchos tendrán que reinventarse porque las cosas cambiaran. El problema no es reinventarse, lo peor es que, cuando gran parte de la sociedad se estaba recuperando de la crisis de 2008 han vuelto a caer en ese abismo. Una segunda remontada tal vez muchos no la puedan superar. Si bien es cierto que es necesario inyecciones económicas, como las de 2008, estas no son la panacea. No nos podemos apoyar en las subvenciones para salir adelante. La economía mundial cambiará después de covid-19. Esto no lo niega nadie. El sistema utilizado hasta ahora está fenecido. Se tienen que buscar nuevas formulas para sostener la economía mundial.

Seguimos en un mundo globalizado. Lo que no sabemos es si, una vez acabado todo esto, continuaremos con el mismo sistema o concepto. Lo que si las autoridades deben tener claro es una cosa. Por una pandemia no puede temblar la economía mundial. No pueden caer empleos y arruinar a las familias. La macroeconomía la mantiene la microeconomía. Y si esta desaparece o queda herida, todo tiembla. Nuevas formas de trabajo se han de desarrollar. Nuevas formas de estudio. Debe haber un cambio tecnológico para mantener todo en marcha aunque se produzca otra pandemia.

Estamos en el siglo XXI. Tenemos unos grandes avances tecnológicos gracias a mil y una plataformas. Se pueden hacer conferencias y reuniones a través del móvil o del PC. Se pude teletrabajar. Las estructuras de reparto se pueden programas informáticamente. No es preciso estar en un lugar presencialmente para cerrar un negocio. La educación puede ser presencial y telemáticamente. Es necesario el contacto físico con los compañeros de clase, pero no hace falta pasarse ocho horas en las aulas. Se puede hacer un mixto. Hay sectores que necesariamente han de ser presenciales, pero muchos otros pueden continuar telemáticamente. En definitiva, la sociedad debe replantearse su futuro. El covid-19 ha sido un aviso. En pleno siglo XXI vivimos y trabajamos como en el siglo XX. Hemos hecho caso omiso a los avances tecnológicos. Estos sólo los aplicamos al ocio, no la trabajo. Y esto debe cambiar porque, de lo contrario, cualquier pandemia repetirá lo que hemos vivido. Y esto como sociedad no nos lo podemos permitir.

César Alcalá