Roberto Giménez

Hasta nuevo aviso como hice en CRONICA GLOBAL esta ‘La carta del Domingo’ serán tres micro relatos sobre las tres últimas historias a ámbito nacional que me han llamado la atención, que seguro que a ustedes les interesará.

EL DÍA DE LA RADIO. Cuando a  finales de los 50 nació en España la radio, yo creía de chico que este misterioso trasto vivían enanos que hablaban día y noche que se turnaban. Lo extraño era que nunca salían de la caja de zapatos por lo que no entendían como no comían ni bebían pero les estaba agradecidos porque hacían compañía a mi abuela con las radio novelas de la tarde, los partidos de balompié los domingos, y e

la hora del Ángelus al mediodía. Yo en casa paraba poco, porque a los cuatro años jugaba en la calle. Mi generación iba a la escuela a los seis años. Creo que éramos más despabilados que los actuales porque a los diez  años hacíamos el examen de ingreso para hacer los seis del bachillerato masculino. Los niños  vivíamos en el planeta Marte, y las niñas en Venus, como no tenía ninguna hermana, las chicas me parecían de otro mundo. En esto hemos mejorado no quisiera que mis hijos vivieran en planetas distintos. No soy nostálgico, no añoro la juventud, sí la salud

¿Porqué cuento esto? Porque el jueves se celebró el día de la radio. La radio siempre es lo que escucho al despertar, la manía de la información la necesito para respirar, por eso soy periodista y gracias a la tecnología lo seré hasta el último suspiro.

Mi vida es tan pequeña que sólo disfruto escribiendo, y estando en compañía de mi mujer y amigos. Leo poco porque me lloran los ojos…

EL VIRUS CHINO. Como no salgo de casa no me da miedo la fiebre amarilla que me recuerda a la vieja historia siniestra de Fu-Manchú, un cuento que nos comentaba, entre otros, nuestra madre en la cama para ver la película de las sábanas blancas, su afición de soltera era ir al cine de Lleida.

No entiendo el miedo a este virus, la suspensión del Mobile. De la gripe cada invierno se mueren miles de europeos. No entiendo ese miedo en este caso coincido, que no sirva de precedente, con Quim Torra…

LA CIUDAD COME DEL CAMPO. De niño siempre he oído quejarse a los payeses de Lleida, mi mujer es hija de payeses, sé bien lo que digo porque mis padres tenían un tiendecita en el centro.

 Pero este viernes he oído que cinco columnas de tractores iban a la capital, lo mismo que en Valencia, Córdoba y Badajoz; el campo se levanta porque es maltratado por el oligopolio de las grandes superficies sean nacionales o no. No es la vieja protesta de los payeses. Es una nueva queja que está justificada porque nace  de la tierra…

Roberto Giménez