Como soy de naturaleza optimista no me gustó que el presidente del Gobierno de España se desplazará al Palau de la plaza de Sant Jaume para entrevistarse con el ex President Kim Torra, él no es nadie porque no lo hemos votado los catalanes sino elegido por el hijo de pastelero huido a Waterloo en 2018 y, posteriormente, sancionado por el Parlament de Catalunya.
Nadie, muy pocos, conocía a la marioneta de Carles Puigdemont que es hijo de Blanes, y que era agente de seguros de un multinacional con sede en el paraíso de los evasores de impuestos, made in Suiza, en la compañía de Winterthur….
No me gustaba porque no me fio de Pedro Sánchez ya que por la mañana dice una cosa y por la tarde la contraria tras entrevistar con Gabriel Rufián, que sólo tiene de ángel el nombre, el embajador en el extranjero de ERC en la Cortes de Madrid. No exagero ni es una metáfora el guapo Sánchez me recuerda a ZP el olvidable rey de la ceja que en el 2004 cautivó a los electores socialistas y que puso a temblar a España con sus ocurrencias.
Zapatero hizo bueno a Felipe González y hasta su enemigo del alma José María Aznar ahora juntos frente al envite separatista del delegado de Carles Puigdemont, que chulea a España…
La política catalana de sal gruesa, limón y tequila les emborracha, también a los que nos sentimos españoles ( todos los separatistas catalanes, vascos y gallegos no se sienten pero, para su desgracia, también lo son).
No me gustaba su visita porque creía que era una entrevista trampa que no tendría ningún futuro (el gobierno de España no se pondrá de acuerdo con el Govern). Alimentará el discurso radical del nacionalismo español encarnado en Santiago Abascal que me parece mejor persona que político. Nunca votaré a VOX porque el voto nacionalista español, porque no soy nacionalista, porque alimenta al separatismo.
Ahora estoy huérfano de partido en las catalanas de la primavera votaré a un partido constitucionalista, aún no sé a quien, tapándome la nariz. Siempre me ha interesado España: “España son los españoles o no es nada”. Esta frase la escribí en 1977, y cuarenta y tres la vuelvo a escribir. Para mi es una verdad subjetiva, en política no creo en Verdades absolutas, en el amor sí, pero es un terreno personal…
No me gustaba el encuentro pero ahora creo que los socialistas catalanes van crecer en las próximas elecciones a cuenta de Ciutadans por culpa del enterrador Rivera. No lloro por Albert sino por España, no temo por su integridad nacional sino por la alianza de la siniestra Santa Compaña de Podemos…
Lo que siento me sale del corazón, no coincido con todos mis amigos de toda la vida. No cambio, lo mío va en la sangre…
Roberto Giménez