Mañana pondremos fin al penúltimo mes del año: un noviembre muy movido y especialmente extraño; que ha afectado, como siempre, al sufrido ciudadano.
Resulta casi imposible señalar a un culpable, pues son muchos los frentes que arman esos desmadres; el caso és qué, el noviembre, ha rayado el desastre.
Golfos desenmascarados; abrazos de conveniencia; violadores sentenciados y difícil convivencia. Un noviembre tan nefasto que invita a ser olvidado.
Pero me temo, muy mucho, que no habrá tregua en diciembre. Que los otros y los unos y los unos y los otros, al no estar por la labor armarán más alborotos.