Después de cuatro Elecciones sin que haya gobierno estable, la parida del 10 N con Rivera ha acabado. Es obvio qué, el barcelonés, él sólo se lo ha buscado.
Rivera llegó “en pelotas” y “en pelotas” ha dejado por su obsesión de poder al Partido Ciudadanos; le honra su dimisión, tras habérselo cargado.
Se lo advirtieron los suyos al observar sus bandazos. Más de uno dimitió pero Rivera, ni caso; siguió su ego mandando y cayó en el descalabro.
‘Quien mal anda, mal acaba’ dice el refrán popular y es claro que Albert Rivera ha acabado más que mal; no midió bien la caída, de su último salto mortal.