José Manuel Gómez

 Son minoría y aun así afirman ser mayoría. Intentan pretenciosamente representar a toda una Comunidad a nivel nacional e internacional, cuando en realidad lo hacen, en base a silenciar y manipular a la mayoría real, lo cual paradójicamente consiguen gracias al control de las instituciones que les da un sistema D´Hondt en el contexto de un sistema democrático del que deslealmente abusan de forma tiránica, pues tal sistema estaba diseñado con otro fin, cual era reducir los desequilibrios poblacionales territoriales. Con ello consiguen, que una visión esencialmente rural, domine y se imponga a las más amplias miras cosmopolitas, más acordes con la globalización y la interconexión mundial que hace materialmente inviable la independencia, salvo en esa pobre y anacrónica simplona visión local, basada en raza, lengua y pueblo de desagradables recuerdos históricos, que además en absoluto se corresponde con la realidad constitucional y social imperante.

  Lo de la minoría, entiéndase que es en lo autonómico, puesto que en el ámbito donde radica propiamente la soberanía nacional, pasan a ser población anecdótica, residual.

 Dicen que son democráticos, pero obvian e ignoran la propia ley y los principios y pilares esenciales en que se basa la misma democracia, excepto cuando su legitimidad y tribunales les son favorables. La deslealtad es su pendón y bandera como lo es la estelada, traída expresamente de la guerra de Cuba para ser el símbolo de destrucción y división de su propio país en ese obcecado exclusivo Norte, no basado en razonamiento alguno, y si en un romanticismo trasnochado, que destila puro sentimiento, rencor y odio.

Manipulan como buenos necios todos los derechos fundamentales de forma populista con una aplicación desmesurada y extensiva del derecho de libertad de expresión, ignorando conscientemente sus límites y limitaciones a un nivel, que ni el mismo nazismo hubiera imaginado, régimen que, a diferencia de ellos, nunca pretendió revocar la constitución de Weimar, por lo que en muchos aspectos como en el propagandístico y manipulación institucional, tendrán que convenir que lo han superado con creces.

 La misma burda manipulación pretenden realizar de la Historia. Veamos:                                                    

Formaron parte integrante desde el S. XII del gran reino de Aragón, pero a diferencia de otros territorios de la misma corona con auténtico estatus de reino, no pasaron de ser mero principado. Esa podría ser la “peculiaridad” reclamada, y no la de estado que sin mínima base histórica exigen, pues otros que, si fueron efectivo reino, -caso de Galicia-, no por ello reclaman peculiaridad alguna, pues saben leal y humildemente reconocer, lo que es la fusión histórica clásica de reinos, y no por ello tienen problema identitario alguno.

  Formaron parte integrante desde el S. XV del nacimiento, expansión y fin del mayor imperio de Occidente desde la Edad Moderna.- que no conoció otro igual la historia, tanto en extensión, como en longevidad después del romano-;  aunque en su consumada especialidad victimista, dirán que siempre fueron discriminados, pretendiendo ignorar con ello, que por presiones de su propia burguesía comercial,  objetivamente  se aceleró la independencia de la misma Cuba, al no permitir una autonomía pensada y diseñada por el estado central para tal territorio de Ultramar.

  Defendieron la extinta legitimidad de los Austrias, fruto de pretender ignorar la legitimidad dinástica sucesoria de los borbones, que es resultado directo de no saber adaptarse obviamente a los cambios políticos, sociales y legales. Sus antepasados lucharon por España, y, sin embargo, prostituyendo la Historia y su propia memoria, pretendieron hacer creer que esta les agredió, por lo que, de un verdadero conflicto internacional, intentaron hacer ver una causa propia de mero escarnio local, pese a qué Felipe V, a imitación de Francia, se limitó a hacer una racionalización y centralización política y administrativa al uso. Luego, en parte por su propia clásica deslealtad, contribuyeron a que se desgajara su territorio en el Tratado de los Pirineos.

 Al contrario, nunca reconocerán los privilegios en mano de obra, inversiones y protección de aranceles que gozaron a lo largo de los siglos en detrimento de la mayoría de las otras regiones, a las que ahora desprecian e incluso pretenden humillar, calificándolas como la España profunda y oscura. Exactamente es el mismo problema de “hedonismo” que se da en todas las regiones proclives al separatismo en Europa.

 En lo sucesivo, a través de los siglos, no hubo causa u ocasión en la que no participaran con cualquier excusa contra el gobierno central, fuese el carlismo o el republicanismo, con varios conatos y consumaciones sucesivas de fuerza contra el estado de derecho imperante, que se saldaron con sus respectivos sangrientos resultados, y que propició en buena parte las sucesivas dictaduras y el propio el alzamiento nacional del 36, fruto en gran parte de un caos que institucionalmente no supieron o no quisieron controlar, y que más bien incentivaron, por no respetar nuevamente las reglas de juego de su propia Constitución republicana del 31. Resultado: 600.000 muertos; por lo que, concluyendo, en buena medida y lógica, podríamos convenir que fueron el clásico lastre secular de España, siendo en realidad ellos mismos esa España oscura e involucionista que predican del contrario.

   Política matrimonial, legitimidad-legalidad y constitucionalidad, en definitiva, no son obviamente su fuerte, piedra esta de analfabetismo jurídico local, en el que vuelven a incurrir al no respetar la actual Constitución votada y ratificada por esa misma mayoritaria parte del pueblo en el 78; pretendiendo aun así convencer al “statu quo” internacional de su peculiar, exclusiva y excluyente democracia que por ignorar, ignora el mismo imperio de la ley vigente desde la misma RF., por lo que lejos de ser evolución, pretenden una involución tendente a los fueros  y bulas de inmunidades medievales, dentro de esa permanente e irreflexiva obsesión por la memoria histórica de la que no saben prescindir y en la que pretenden basar exclusivamente su identidad. En cierta manera están secuestrados por la historia, y a su vez, esta también pasa a ser rehén de ellos, al manipularla y alterarla para sus exclusivos opacos intereses de casta.

  Con la misma deslealtad y desvergüenza, pretenden distorsionar los sólidos tratados internacionales, manipulando igualmente instituciones creadas para otros fines, como es el derecho de autodeterminación de los pueblos.

  Con la misma ingenua astucia, pretenden presentarse como novedosos baluartes democráticos en Europa, cuando en realidad al quitarse la inicial complaciente careta sonriente, ahora sabemos que también la atacan, representando el cáncer y la división del continente, que ya tuvo previamente la ocasión de conocer sus fatídicos efectos en el S.XX., por lo que no es de extrañar, que ningún organismo, institución, tribunal, cámara o consejo les dé el mínimo plácet; aunque ello les es indiferente, puesto que el objetivo real de esa siniestra y opaca élite ya está logrado, al no ser la hipotética república de la vía del hecho el fin, y si “medio” de su exclusivo “modus vivendi”. Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, y al pasar por esa espinosa senda, no podrás evitar el poder judicial pisar.

  Afortunadamente, – y ellos son conscientes-, no son la fuerza mayoritaria de la Cataluña real, progresista, moderna, laboriosa, amante de la ley, del orden y de la paz social, que tiene clara su propia identidad. Ellos, son simplemente “los otros”, los de la realidad paralela virtual, la parte oscura, los nuevos y voluntariosos parias legales del S.XXI.

José Manuel Gómez