Tras los showmans y las showmans de la singular campaña aburrida y mentirosa, llegó el día decisivo entre dudas peligrosas.
Depositamos los votos en las urnas bicolor sin demasiado entusiasmo y con un cierto temor; tras los debates insólitos, sin respeto al elector.
A la hora de la verdad se acabaron las incógnitas pues el triunfo y el fracaso dejaron las cosas claras: hubo claros triunfadores y a quien partieron la cara.
Dicen que la política es el arte de lo posible. El pacto Sánchez-Rivera parece no ser factible; pero eso ya lo veremos aunque parezca imposible.