La estrategia sanitaria puesta en práctica en España és dañina para el médico que és el que da la cara; el qué sufre los sofocos ante todas las demandas.
Son las altas jerarquías las que tienen el valor, de parir esos inventos insensibles al dolor: és obvio que ellos no sufren y viven a cuál mejor.
Es tan grande el cinismo de esos “prendas” sanitarios, que hay que inventar adjetivos para ser calificados; pues jugar con los enfermos, no se bien como llamarlos.
Ni directores, ni gerentes, ni médicos, son los culpables. El culpable és el político que impone esos desmadres, sacrificando al enfermo con sus esperas salvajes.