Que el mundo está perturbado no hay quien se atreva a negarlo y si algún osado lo hace, és también un desquiciado; pues asombran las noticias del sufrido telediario.
La violencia de género és el pan de cada día; y en cuanto a los parricidios, no hay límite ni medida; resultan todos tan crueles que hasta parecen mentira.
Reina la insensibilidad de forma tan contundente, que ante algo positivo las dudas son evidentes y el ser humano pregunta: ¿Cómo hoy no hablan de muertes?
Y aquí podría añadir crueldades y desmanes y pregonar con el ripio todas las calamidades; qué a ese mundo desquiciado, le cuesta hablar de bondades.