Desde hace un tiempo la política catalana sorprende a propios y a extraños. De entrada por la ruptura entre unos actores que deberían estar unidos. Ya no sólo la relación de ERC y PDeCat, sino con las CUP. La verdad es que la relación de los dos primeros siempre ha sido ficticia. Nunca se han querido mucho. Han hecho el papel. En su momento se decía que la máxima de ERC era acabar con la antigua Convergència. Con los sucesos actuales y las encuestas se puede constatar que ese pensamiento se está haciendo realidad.
Lo de las CUP es otra historia. Ellos va a su aire y siempre que se acepten sus preceptos apoyarán. Si no, pues votaran negativamente o se abstendrán. Y aún así, con todo a favor, pueden votar en contra porque son anti sistema. Así pues, parlamentariamente estamos distraídos.
Y más ahora que las CUP no los apoyaran, PDeCat tiene varios parlamentarios que no pueden votar y han perdido la mayoría. Por mucho que los Comunes voten a favor, la mayoría no sale. Con lo cual estamos avocados a elecciones. Ahora bien, ¿elecciones para qué?
Es complicado contestar a esta pregunta. Uno diría que debe servir para cambiar el panorama político catalán, para que puede ganar el constitucionalismo, para que se empiece a gobernar en Cataluña, para ver como están las fuerzas repartidas… Es decir, si fuera todo normal se podría contestar así.
Pero, algunos políticos catalanes no son normales. Resulta ser que no tienen bastante con el Parlament y el actual president Quim Torra presentará el 30 de octubre un “Consejo para la República”. Un órgano paralelo que intentará internacionalizar lo que ellos llaman “conflicto catalán”. A Puigdemont le importa muy poco la política catalana. Lo que él quiere es seguir saliendo en la foto.
Estos personajes no se han dado cuenta que nadie cuenta con ellos. Que Europa se ha dado cuenta de la gran mentira que han vendido. Puigdemont no levanta masas en Europa. Es más, todas sus últimas actuaciones han fracasado. No lo recibe nadie. No cuenta nada y, lo que es peor, hasta los suyos se lo quieren sacar de encima.
Este movimiento es un contraataque contra Junqueras. Resulta que este último, desde la cárcel, tiene más protagonismo que aquel auto proclamado “president de la Generalitat en el exilio”. El día que recibió a Pablo Iglesias por Lladoners pasaron 17 personas para visitarlo. A Puigdemont lo visita su familia y poco más. Tiene más peso político Junqueras que él, y esto no lo puede soportar.
De ahí el “Consejo”. Cataluña le importa poco. Nunca le ha importado. Ahora con este giro “estratégico” pone en marcha su particular juego de tronos. Lo que no sabe Puigdemont es que tiene las de perder. Él está en el extranjero y la distancia es el olvido. Junqueras en Lledoners es más visitable y más cercano.
La situación es complicada. Supongamos que hay elecciones y todo cambia. ¿Dónde queda Puigdemont? En el más profundo olvido. Junqueras será juzgado y más tarde o más temprano saldrá de la cárcel y podrá tener vida aquí. El otro, de no entregarse, está condenado al olvido. La situación es complicada para algunos. Para lo demás, aun seguimos esperando que Cataluña sea gobernada después de muchos años.
César Alcalá