Las neuras políticas no son políticas sino una patología que afecta a la mente de las personas, sean cuales fueran su ideología. Todos tenemos neuras pero no de la misma intensidad. Se puede tener de 37º grados o de 39,5º. Quim Torra está cerca de 40º. Al borde de un golpe de calor que lo lleva al desvarío.
El embajador de la plaza de Sant Jaume del Hijo de Amer, fugado a Waterloo, no es un nazi, pero sí que es un racista. Ahora, para lubricar las palabras, se le llama ‘supremacista’. Es un eufemismo edulcorar las palabras mal sonantes.
Pedro Sánchez cuando era sincero, es decir, antes de asaltar el Palacio de Invierno de la Moncloa lo calificó como racista. Fue más allá que el ex presidente del gobierno Mariano Rajoy, que empleó el látigo que nunca empleó la palabra exacta.
No otra palabra se puede decir de un estelado que califica ‘a los españoles de monstruos con forma humana’. No siendo nazi llega más lejos que las camisas pardas cuando llamaban ratas a los judíos. Sólo les supera en el verbo.
Los estelados si leyeran algunos de los escritos de este personaje sentirían vergüenza ajena porque sólo se puede insultar tan groseramente una persona afectada por un golpe de calor, como el que han sufrido muchos barceloneses la pasada semana. Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.
Les pasa lo mismo que a los encoñados. No ven más que el paraíso de la entrepierna de su querida. En ese estado febril el razonamiento es imposible.
El viernes tuvimos una dosis de este veneno inoculado en las venas de la sangre indepe cuando el delegado de Puigdemont en Barcelona le dijo al rey que no iba a ser bien recibido en Catalunya por sus declaraciones del 3-O. Una simple coartada porque hace un año, en la misma plaza de Catalunya, fue insultado por loa indepes bien aleccionados por el Govern del fugado a Flandes.
Los indepes son menos inteligentes de lo que se creen. No tienen la habilidad de los escoceses que no rechazaron el reinado de Isabel II para que se mantuviera neutral en el referéndum de secesión de 2014. Y la reina fue neutral por que no cuestionaba la Institución, pese a que era evidente que no quería la ruptura del Reino Unido.
El encoñamiento con la Republica les hace perder de vista la realidad. Es la patología adolescente de los CDR. Hay enfermedades que no se curan con los años, sino con la saludable muerte.
La República soñada sólo está en sus cabezas encoñados/as con un orificio lleno de tigres en la maleza.
Roberto Giménez