Mi hija Raquel me recomendó que siguiera la serie de televisión NARCOS porque me encantaría. Le dije que no, que no tenía tiempo para perder y ella me respondió que cada día tenía veinticuatro horas, y cada capítulo cuarenta y cinco minutos. Yo no soy mucho de series ni de tele. Pero ese día había oído en el Telediario que los narcos habían sentado sus reales en la bahía de Algeciras, que era tradicional zona de desembarco del hachis procedente del Rif, que es propiedad del rey de Marruecos, la versión mora del narco colombiano Pablo Escobar.

El hachis que se consume en Europa procede directamente rey alauí.

En los años 90 la cocaína del cártel de Medellín que llegaba a Europa era,  además de las ‘mulas’  por el aeropuerto de Barajas, por la costa gallega aprovechando la tradicional red de contrabando de tabaco. El cártel de Medellín son hideputas pero no tontos. Sabían que en Galicia la reconversión del primer gobierno de Felipe González había dejado en la zona un desempleo masivo que gracias al contrabando de tabaco se iban apañando. La serie FARIÑAS refleja ese tránsito del tabaco a la coca.

Pues bien, como la vida es una noria que siempre da vueltas sobre un mismo eje, los colombianos han decidido emigrar de Galicia y meterse en la bahía de Algeciras porque el paro de los jóvenes supera el 50% y están con el contrabando del hachis, como los gallegos del tabaco. Ahora colaboran con los narcos colombianos con un trabajo ‘limpio’ nocturno unas horas a la semana y unos ingresos suculentos.

Vamos, que el trabajo de los marineros es de tontos. Hoy el negocio es de Marinero en tierra, que diría Rafael Alberti; y en este plan están en la costa del sur.

Hace cien años Josep Pla escribía que en la Costa Brava los marineros de Calella de Palafrugell se dedicaban, además de a pescar, al contrabando de tabaco procedente de Francia. Me imagino que los pescadores de Guipuzcoa harían lo mismo por eso que la noria siempre da vueltas sobre un mismo eje: cuando hay gana gallegos, andaluces, catalanes y vascos nos comportamos igual.

Hace quince días escribía en CRONICA GLOBAL que ‘Sólo creo en los jueces y la guardia civil’. Mantengo la frase, con las excepciones que gusten. Que Dios quiera que el cártel de Medellín no corrompa a las instituciones como hizo en Colombia, como se puede ver en la serie NARCOS.

Por eso espero, confío y deseo que los jueces y guardias civiles no sean corrompidos como  los empresarios han hecho con los que mandaban en la Comunidad de Madrid y la Generalitat de Valencia y Baleares, como hizo y hace el cártel de Medellín, porque si eso ocurriera España se convertiría en un Estado fallido como Colombia, Venezuela, México o Nicaragua. Dios no lo quiera.

Roberto Giménez