Ayer el fotoperiodista Josep Garcia me envío una fotografía de hace veinte años de la antigua redacción de Revista del Vallès que dejamos atrás en 1999 cuando compramos la moderna redacción en donde me jubilé en diciembre de 2012.
En la foto aparezco de pie dando instrucciones a una redactora. Detrás de ella está el director de este digital… ¡Cuántos recuerdos me ha despertado esta foto que nunca había visto!
Ayer oí en La Ventana de la Ser que conduce Carles Francino una cosa que desconocía. A saber: que existe la figura de jubilado en activo que consiste en continuar trabajando voluntariamente al llegar a los 65 años. Sigue cotizando a la Seguridad Social, pero ella le paga la mitad de la pensión y continúa cobrando de la empresa privada…
Por supuesto yo me habría acogida a esta posibilidad porque para mí ir a trabajar era un divertimiento en el que, además, me pagaban. ¿Qué más podía querer?
Claro que estoy hablando de ciencia ficción porque me jubilé diez años antes de la edad reglamentaria, si hubiera tenido la salud que corresponde a una persona de 55 años que nunca había estado enfermo y que vivía para mi profesión, la que quise ejercer desde los quince años cuando descubrí lo que quería ser de mayor…
Continúo con la ciencia ficción: hoy el Vallés estaría luchando a brazo partido defendiendo, sin recibir subvención oficial ninguna, la vigencia de la Constitución, la defensa de los intereses de los barrios con independencia de los partidos políticos (estaríamos más cercanos del alcalde socialista Mayoral que antes, pero le daría palo por colgar el lazo amarillo en la balconada neo gótica de la Casa Gran de Granollers).
Disculpen estoy escribiendo un sueño porque estoy bajo los efectos de Carles Puigdemont con su república catalana en Waterloo; con los daños colaterales del Telenoticies Nit de TV3 que a modo de ejemplo, el viernes presentador informó que ese día, el 16 de marzo), hacía ochenta años (1938) que la guardia civil había bombardeado Barcelona.
Después del video el realizador le advirtió que había la pata hasta el corvejón, y se disculpó, sin citar a la guardia civil, diciendo que la aviación fascista italiana había bombardeando la ciudad, pero como diagnosticaría un psicólogo están obsesionados con la Guardia civil…
Roberto Giménez