Hoy quería hablar de lo que pretendía hablar el 8-M. Quería hablar de mujeres periodistas, pero acabé hablando de temas más personales.

Siempre he defendido los derechos de la mujer que son los mismos que el de los hombres. Pero nunca he sido feminista, porque una cosa es defender la igualdad y otra que seamos iguales. ¡maldita gracia sería!

Recuerdo en segundo de periodismo una acalorada  discusión con una compañera que era el extremo del feminismo. Me decía que incluso las diferencias físicas era producto del rol machista a lo largo de la Historia, que se había somatizado. La chica de diecinueve años tenía una empanada mental considerable que me hizo ver claro que yo nunca iba a ser feminista…

Pero no sólo respeto a las mujeres, sino que siempre las he tratado como mis iguales, en la Universidad y en el trabajo. Las admiro porque se multiplican en el trabajo. Si fuera empresario preferiría contratarlas, porque por regla general son más inteligentes.

No es por biología, como luego explicaré, sino por culpa nuestra. Los hombres tenemos la fuerza, ellas como tienen menos, han desarrollado una mayor fuerza mental que ahora en peso de la fuerza en las sociedades desarrolladas mengua, me hace pensar que el futuro es suyo.

Si la revolución sicológica del pasado siglo fue el cambio de rol de la mujer, se hará efectivo en este siglo. Las barreras para hacerlas efectivas en Occidente no son las legislativas, sino las sicológicas de hombres, pero también de las mujeres. Además, hay una realidad evidente que es el instinto maternal que no tenemos los hombres. Es exclusivo de la madre. Sería exclusivo del padre si pudiéramos parir.

Escapa del campo de la ideología y la política. Esta semana hemos tenido ocasión de escuchar la conversación machista, de mal gusto, que les tendría que costar el cargo, entre dos líderes de ERC filtradas por la policía el 8-M; porque la policía no es tonta.

Que el feminismo nada tiene que ver con la política es de toda la vida. Durante la República la socialista Victoria Kent no quería que las mujeres votaran porque si votaban ganaría la derecha, y Clara Campoamor, que era de derechas, defendía el sufragio universal. La Kent tenía razón, ganó la CEDA de Gil Robles, el jefe de la derecha.

Cuarenta años después el periodista Joaquín Soler Serrano entrevistó en el mítico A fondo de TVE a Victoria Kent ya vuelta del exilio y la socialista dijo que una madre tenía la primera obligación de criar a sus hijos, y luego volver a ocuparse de su actividad profesional.

No estoy hablando de ideología ni política sino de psicología, y también de Física y Química. Química: Los hombres tenemos que compartir (los que puedan) el trabajo doméstico, y Física: los hombres violentos ejercen la violencia, y no la mujer, porque tiene mucha más fuerza.

Estos días me han pasado la opinión de un reputado comentarista de La SER, preguntándose por qué  el hombre es más violento que la mujer. La respuesta es sencilla. Está en la fuerza. Si la mujer tuviera más fuerza física que el hombre la sociedad sería igual de violencia que ahora, pero con los papeles cambiados: el hombre sería más inteligente y sibilino. Son las reglas de la naturaleza.

Roberto Giménez