El 5 de julio del 1687 Sir Isaac Newton publicó su obra Philosophiæ naturalis principia mathematica. Los Principia es la obra científica más importante de la historia. ¿Por qué hablo de este libro?
Mientras en Cataluña se estaba viviendo otra circo vinculado al independentismo, a 600 kilómetros -como diría Roger Torrent- en el Palacio Real, un padre le dio una lección de vida a si hija. En aquel momento muchos padres nos vimos representados en aquel acto y aquella niña tímida era nuestra hija. Las circunstancias nunca son las mismas, pero el amor y las palabras sí.
El día que S.M. Felipe VI cumplía 50 años decidió investir con la Orden del Toisón de Oro a su hija, la Princesa de Asturias Leonor de Borbón. El acto era protocolario, el discurso no. Tenemos un rey que últimamente está sentando cátedra en sus discursos. Y esto lo dice el que suscribe, de raigambre familiar carlista. Tenemos una gran suerte con la Familia real. Primero con D. Juan Carlos I. Hoy en día con D. Felipe VI. Y si Dios quiere con Leonor.
En un acto muy protocolario un padre escribió un discurso. Ese discurso no lo escribió “el que normalmente se los escribe”. Esas palabras salen del corazón y, algo así, nadie se lo puede encargar a un tercero. El padre cogió papel y bolígrafo y le dijo a su hija en público, lo que seguro le dice en privado, lo que significa la vida y lo que se espera de ella. Sea reina, princesa o plebeya, cualquier padre espera lo mejor de sus hijos.
El padre Felipe le dijo a su hija: “Soy tu padre y confío en ti plenamente”. ¿Quién no le ha dicho y le dice esto a su hija? Y el padre continuó diciéndole: “todas las acciones de tu vida deberán guiarse por la dignidad y la ejemplaridad, por la honestidad y la integridad, por la capacidad de renuncia y de sacrificio, por el permanente espíritu de superación, y por tu entrega sin reservas a tu país y a tu pueblo. Deberás respetar a los demás, sus ideas y sus creencias…” Y, sobre todo: “te guiarás permanentemente por la Constitución y servirás a España con humildad y harás tuyas todas las preocupaciones, alegrías, anhelos y sentimientos de los españoles”.
Y estas palabras que todo padre le diría a su hija, en cualquier momento, sin un Toisón por el medio, también es una lección de vida a todos los españoles. Porque la Princesa Leonor, o el Rey, es el primer español y, como tal, debe observar y obedecer las cosas proclama.
Y es que Felipe VI dio una nueva lección a todos los españoles. Lo dio en sus discursos del 3 de octubre y en Davos. Y mientras unos estaban intentando romper España con unas ideas caducas, en el Palacio Real estaba hablando una persona sobre futuro. Y no un futuro marcado por una mirada a la corta distancia. Un futuro con palabras mayores. Un futuro que heredaría aquella niña a la cual se dirigía. A su hija le puso los puntos sobre las íes de cómo y de qué manera debía enfrentarse a las responsabilidades que le depararían el futuro. Pero aquellas palabras también se las dirigía a aquellos hijos pródigos catalanes que no ven más allá de sus narices y que hablan de futuro en minúsculas.
Como cualquier padre le dijo a los catalanes de bien, aquellos que quizás se han sentido discriminados, sin que nadie hubiera pretendido que así se sintieran: “confío en ti plenamente”. España confía en ellos y que el relato se reescriba y, como el anillo de los Nibelungos, las aguas vuelvan a su cauce. Esto no es difícil. Y, como padre, sabe que debe tener paciencia, reflexionar y conversar.
También les dijo a los políticos catalanes inmersos en el procés estas palabras: “Deberás respetar a los demás, sus ideas y sus creencias”. Se ha perdido el respeto en Cataluña y el padre lo sabe. El pensamiento único no lleva a ninguna parte. Todos debemos ser oídos, escuchados y respetados. Nadie dice que no se pueda ser una cosa u otra, pero siempre bajo el respeto a los demás. Si no se respeta este principio se establece el caos. También uno, en sus acciones diarias ha de ser honesto, ejemplar, íntegro y honesto.
Mientras todo seguía igual en Cataluña, en el Palacio Real un padre le estaba dando una lección de modales, de comportamiento, de saber estar, de vida a su hija. Felipe VI no le dijo a su hija nada diferente a lo que yo le pueda decir a mi hija, que tiene la misma edad que la Princesa Leonor. Sin embargo, dio una lección a muchos españoles de bien, los cuales han perdido la guía espiritual que todo ser humano necesita para su devenir diario. Como la parábola, el padre abrió los brazos a su hija y la reconfortó con una caricia. Como Rey abrió los brazos para abrazar a todos los españoles, incluso a aquellos que hoy no creen en él.
César Alcalá