En pocos asuntos ciudadanos de Granollers se ve tanta gente enfadada. A Partir del viernes por la noche las redes sociales vinculadas a la ciudad sacaban humo con un tema: La cabalgata de los Reyes y el hecho de que este año a lo largo de la trayectoria los pajes no hubieran tirado ni un triste caramelo. Centenares de personas mostraban su enfado por este hecho y por la decepción que había provocado en los niños, muchos de los cuales acuden a la cabalgata provistos de bolsas de plástico, precisamente, para recoger los dulces.
A estas críticas se le añadían otras ya tradicionales – como la escasez de recursos con que se hace la Cabalgata de los Reyes Magos en Granollers- y un incidente que se produjo en la carretera. Una de las carrozas, en la carretera, a la altura del Zara empezó a perder líquido – aceite o gasoil- y los miembros de la cabalgata actuaron colocando cartones procedentes de las cajas de los regalos para evitar que la gente resbalara. Pese a eso, algún testigo señala que el líquido viscoso sí produjo algún rebalón.
Todos los niños de Granollers estaban invitados a acercarse a Roca Umbert a la jaima de Sus Majestades a las 5 de la tarde, para despertarlos con la ayuda de sonajeros y cascabeles. A las cinco y media, la comitiva real se puso en marcha encabezada por unos juguetes articulados de grandes dimensiones. Carrozas reales, de regalos, el carbón, pajes calefactores, con escaleras, ciclistas y, como novedad, el paje Picarol, comenzaron su recorrido por la ciudad, por las calles de Lluís Companys, Camp de les Moreres, Francesc Macià, carretera arriba hasta el c. Ramon Llull y Rafael de Casanova.
En la plaza de la Constitución, Sus Majestades dejaron las carrozas y continuaron a pie por el c. Roger de Flor, pl. de la Caserna, Santa Anna y hasta la Porxada, donde llegaron a las 8 de la tarde.
En la Porxada los recibió el Consell dels Infants, formado por niños y niñas de 5º y 6º de las escuelas de la ciudad, y también el alcalde, que les entregó la llave que abre todas las puertas.