Francisco Barbachano

Los homenajes en vida,
no, tras la muerte funesta,
cuando el autor de la obra
yace inerte bajo tierra,
por más que se le alabe
y se le premien sus gestas.

Eso es consuelo de “tontos”
que a los muertos no les llega.
Ese es el oportunismo
de quienes siempre en la brecha
pretenden sacar partido
de una muerte cuando llega.

Eso ocurre en todas partes
que no és semilla casera;
pero, ocurra donde ocurra,
creo que es una faena
rendir honor al ausente
pues ese ya no se entera.

Y acaso le gustaría
gozar de esa gentileza;
de ese reconocimiento
del trabajo de una vida.
Homenajear a un muerto,
és cuanto menos, desidia.

Francisco Barbachano