En la primavera de 1967 tenía nueve años. Estudiaba Primaria en la Escuela Catedralicia de Lleida. En junio se había desatado en Oriente Medio la guerra de los siete días, y a esa edad tan temprana descubrí que la mentira es un arma de guerra. Iba con los palestinos, son los parías del mundo.
Por la radio los partes militares de egipcios, sirios y jordanos decían que estaban ganando; y en sólo siete días, perdieron. La enseñanza que me quedó de aquella guerra, que fue letal porque cincuenta años después quedan secuelas en llaga viva, es que la mentira es un arma poderosa.
Lo que no sabía era que su potencia expansiva real no es en la guerra sino en la paz.
Lo de Catalunya es una guerra política con efectos devastadores para la convivencia interna (ya no está pasando como en el País Vasco: prohibido hablar de política), y con el resto de los españoles: hasta los bomberos no echan agua sino gasolina al fuego.
El desgraciado ‘domingo negro’ asistimos a un engaño (por la noche el Govern dijo que había casi novecientos heridos), que sacó el martes de huelga política a cientos de miles de catalanes pacíficos, para protestar contra la ‘brutalidad’ de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; con ese descomunal parte de heridos propios de una batalla sin muertos. A mi me escandalizó. No había vivido nunca una jornada política tan triste…
Un pirómano del gobierno central se le calentaba la boca diciendo que las manifestaciones eran de corte nazi. ¡Haber quien la dice más gorda!
Tal vez fue el día de la huelga, porque las imágenes de estos días negros se mezclan.
El lunes, la vicepresidenta del gobierno cogió el altavoz de la mentira y dijo que entre la policía también había muchos heridos, pese a que los Antidisturbios van equipados como ROBOCOP. Soraya rebajo sus heridos a la mitad: cuatrocientos y poco… ¡Tan demencial como el parte de novecientas bajas!
En tiempos de paz, la política es una guerra que desata pasiones semejante a un partido Barca-Madrid. Quien compra el SPORT y el AS, salvo el resultado, leerá la crónica de otro partido. Eso es responsabilidad directa del peón: el periodista que trabajo al dictado de su corazón o su bolsillo, pero que tiene un rey: quien le paga (directamente o le subvenciona).
Si los ciudadanos supieran ver la realidad con los dos ojos, en lugar del corazón, veríamos que nos engañan como a chinos.
Que nadie vea en mis palabras equidistancia, porque en esto no se puede ser equidistante. No se puede ser vegetal de la especie No sabe/No contesta. Son los sentimientos los que ganan. Todos tenemos un corazón, pero si somos adultos, y no es cosa de la edad, tenemos la obligación de quitarnos las orejeras. La tensión puede ser el paso previo a la violencia.
Las imágenes de los Antidisturbios sacando a la gente que les cerraba el paso fue muy desagradable, pero es el trabajo de esta división de la policía, que en los Mossos se llama brigada móvil (adjunto en mi Face una entrevista que Jordi Évole hizo al intendente de esa unidad de la policía autonómica, cuando en mayo de 2011 desalojaron pacíficamente plaza de Catalunya).
A todas las personas civilizadas les escandaliza el uso de la violencia. Los únicos que están legitimados a practicarla es la policía de una Democracia cuando tiene que cumplir una orden judicial.
La resistencia, también la pasiva, no puede ser un freno a la resolución de juez. Se podrá estar o no de acuerdo, pero son las reglas del juego. Quien las salta es castigado conforme la gravedad del delito cometido.
Ni novecientas ni cuatrocientos heridos. Lo que sí hay es un ejercicio monumental de cinismo porque si hubiera habido esta lamentable ‘brutalidad’ policial la mañana siguiente los miembros del Govern citados a primera hora de la mañana en el Palau no hubieran aparecido sonrientes en el Palau dels Tarongers, como si el día antes el Barca hubiera metido cinco goles al Madrid. La comunicación no verbal también se ve.
Roberto Giménez
PD: Quien se escandalice por lo que ha leído demuestra que ve la vida con el ojo del corazón. Que se ha tragado la mentira enterita. El ojo no tiene corazón…