Cuando dentro de unos años Artur Mas, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras o Jordi Turull, que me estás leyendo, rememoren este quinquenio de desobediencia, si son sinceros, lo harán con pena y desolación, lamiéndose las heridas, escribirán unas Memorias para intentar recuperar el patrimonio perdido en el envite.
Es lo que tiene jugar al mus con dinero real.
Existe un principio inalterable: la banca siempre gana.
Esta semana el enemigo oscuro, entiéndase el Estado de color negro, ha empezado a mover sus torres, caballos y alfiles en el ajedrez de la política, sin necesidad de usar el Rey y la Reina, para dar el jaque mate a una partida que oficialmente empezó en septiembre de 2012 y que podría pasar a los libros de Historia, si lo escribiera el editorialista de El País, como ‘El quinquenio de la insumisión de los hijos de Pujol’….
El jugador negro se comerá las piezas blancas pasando de los peones, irá a la escala superior: la oficialidad. El Govern no tiene defensa para enfrentarse a lo que se le avecina. El rotundo mazo de la Ley. Sin sangre. Dónde más duela. No habrá penas de prisión porque Rajoy no quiere mártires, sino embargos para los desleales.
Nadie lee ni siquiera al maestro Josep Pla que decía que el carácter genuino del catalán es ser ‘idealista’ pero ‘pragmático’. Jordi Pujol, el hombre que sembró la cizalla, lo era; pero el mito de Pujol es evanescente. Los hijos putativos han olvido lo ‘pragmático’ porque la antigua Convergència ha entrado a empellones en la edad de la adolescencia, víctimas de su discurso están a merced de los Antisistema, y de la banda adolescente vitalicia de Oriol Junqueras.
Los perjudicados vamos a ser los catalanes, también los que combatimos la locura indepe, porque los ayuntamientos del AMI que se han posicionado por la Independencia serán multados. Pocos lo saben: el Estado es el gran financiero de las corporaciones locales. Cada mes envía, como a los pensionistas, una transferencia porque los impuestos directos de los ayuntamientos sólo alcanzan la mitad de su presupuesto.
Juegan con fuego, y el fuego les va a quemar. A tirios y troyanos en los municipios AMI. Granollers o Lleida se salvarán. BCN también, si Colau no se pone tonta. A Rajoy no le interesa hacer más sangre que la precisa. Girona purgará. Tarragona, no.
El 60% de los catalanes, el territorio AMI, saldrá trasquilado de esta batalla incruenta. La CUP montará algaradas callejeras que tendrán que reprimir dos tardes noches los Antiavalots de los Mossos d’Esquadra.
El trabajo de la Guardia Civil es de información, invisible.
Después de la batalla el duque de Wellington español (o sea, Mariano Rajoy), se paseará a caballo por el campo de Waterloo y dirá esa frase lapidaria que dijo el británico al ver la sangría tras vencer al francés ‘sólo hay una cosa peor que una victoria, una derrota’ Y entonces será la hora de levantar los puentes rotos en esto cinco años de rebeldía.
Si se utiliza la inteligencia, habrá generosidad.
Metafóricamente, debajo de esos puentes estarán viviendo los embargados en este guerra suicida.
Es posible que los de la ANC recorran el país para pagar los platos rotos del estropicio y propongo, humildemente, que la Marató de TV3 de 2017 sea destinada a los ‘héroes’ caídos de la rebelión, que llamaron de las sonrisas. Estos damnificados que se van a quedar sin techo porque la Justicia es así de despiadada con las autoridades que incumplen la Ley. Miguel Blesa se pegó un tiro de despedida.
No es nada nuevo, el filósofo británico Thomas Hobbes escribió en el siglo XVIII el Leviatán que: ‘el interés primero de todos los hombres es la supervivencia’, de los hombres y de cualquier Estado.
Por eso estoy tan seguro que mis hijos no verán romper España.
A mi me queda poca misa en este entierro…
Roberto Giménez
PD: La segunda parte el miércoles en CRONICA GLOBAL.