Las justificaciones de que echan mano los okupas para usar bienes inmuebles ajenos, son de tan alta intelectualidad que resultan ininteligibles y amaneradas. Los que se han apropiado de un edificio comercial de la avenida Prat de la Riba de Granollers, esgrimen que “son víctimas de la especulación inmobiliaria de un sistema que da mayor importancia al dinero que al simple hecho de ser persona, de la mercantilización de la educación y de la gentrificación de las ciudades”. (Gentrificación: derivada de la palabra inglesa “Gentry” que equivale a “alta burguesía”). O sea, según los okupas, Granollers está sometida a la alta burguesía. Lo que haría falta aclarasen es qué requisitos son necesarios hoy en día para calificar a alguien de pertenencia a la alta burguesía.
Los activistas de la ocupación son víctimas de toda esa retahíla, pero, no hacen la menor referencia sobre cómo se les manifestó su condición de víctimas o cómo les fue revelado que de la noche a la mañana su victimismo era mayor que el del resto de la gente, y ello les daba derecho al allanamiento de un edificio comercial previo descerrajamiento de cerraduras y colocación de una cadena para impedir que los desaprensivos les roben sus pertenencias.
Su victimización parece surgida del reconcomio que sienten de ser incapaces de adquirir por los medios tradicionales de compra-venta o arrendamiento aquellos espacios que necesitan para la realización de sus proyectos sociales, de los cuales cabe esperar que nadie se haga beneficiario porque supondría complicidad en apropiación indebida. Existe un principio universal que proclama “cada uno puede hacer con lo suyo lo que quiere en el marco de la legalidad”, aunque, a veces, el Estado tiene necesidad de expropiarlo. Lo que está fuera de toda duda es que el primero que pasa por la calle con inquietudes de salvar a la humanidad a costa de los demás, no ha de usurpar funciones que únicamente competen a las Administraciones públicas. Administraciones que se entiende no concederán al edificio ocupado el indispensable permiso de apertura o de inicio de actividad y procederán a su inmediato desalojo y cierre sin esperar la intervención de la autoridad judicial.
La especulación nace del exceso de demanda. Si ésta supera a la oferta, el bien sube de precio y el que vende gana más dinero que el que ganaría con un mercado saturado. Es una de las leyes básicas de la libre economía y en forma alguna implica desprecio a la persona sino funcionamiento de un mecanismo aceptado. En cambio, sí constituye desprecio afirmar que ser persona es un “simple hecho”, cuando es lo más sublime que se puede ser siempre que la persona mantenga su dignidad y su condición de sujeto cívico. Allanar edificios no es exponente de civismo.
Lo que tampoco tiene mucho sentido, es aludir que son víctimas de la “mercantilización de la educación”. ¿A qué se refieren con esto? Que se expliquen. Quizá pretenden que la concesión de becas no requiera someterse a un expediente de méritos y de ingresos mínimos.
M. Riera