Lo que ningún político o activista separatista ha contestado todavía a pesar del tiempo transcurrido, es la pregunta que se hace un gran número de ciudadanos: ¿por qué el señor Vidal dijo lo que dijo? Tampoco se ha interpuesto querella por calumnias o manifestaciones ignominiosas. ¿Se está ante un caso de mitomanía?
La justificación que proporcionó el propio señor Vidal es que dijo lo que dijo “para crear ilusión”, lo cual prueba, una vez más, que los dirigentes separatistas están en la creencia que la brillantez intelectual no es una cualidad muy extendida entre sus seguidores. Cuando el señor Vidal confesaba sin rubor que la Generalitat había entrado a saco en el submundo de lo ilegítimo, estos seguidores disfrutaban enormemente y aplaudían de gozo y a ninguno se le ocurrió pensar que podía ser delito. Al parecer, la organización de las conferencias del señor Vidal, se atribuye a la ANC bajo la tutela de ERC y el visto bueno o la ignorancia de la Generalitat.
La Creu de Sant Jordi se otorga a las personas que han prestado servicios destacados a Catalunya en la defensa de su identidad. El señor Vidal se ha convertido en un firme candidato a que se le conceda porque con sus palabras ha hecho un servicio impagable a los catalanes, ha abierto los ojos y el entendimiento a muchos y ha puesto de relieve que el discurso separatista, es un discurso, como mínimo, manipulador y fantasmagórico.
Llegados a este punto, surge la típica cuestión: “cuando el río suena, agua lleva”. ¿Y sí el discurso del señor Vidal fuera cierto y fidedigno? La duda ha tomado cuerpo y planea sobre el proceso y aunque traten de despejarla o pasarla por alto, serán muchos los independentistas que darán un paso atrás porque la actuación normal de las personas sensatas y, sobre todo, con hijos, es “ante la duda, y más en cosas trascendentes e irreversibles, abstente”. Después de haber saboreado las mieles de la democracia a nadie le apetece retrotraerse a un sistema dictatorial en el que los derechos humanos son sistemáticamente vulnerados en beneficio de una minoría. Ahora los catalanes están protegidos por la Constitución española y los Tratados EU y ONU. Con la secesión esa protección se extinguiría.
No tiene demasiada complicación adivinar que el primer decreto que firmaría el mandamás de una Catalunya independiente, sería el indulto automático de los procesados adjetivados por ellos mismos de “políticos”. Mientras esas causas no se resuelvan, la convocatoria de un referéndum sería visto por el mundo como una triquiñuela para soslayar responsabilidades y un estado que nace bajo esa sospecha, nunca será tomado en serio. Lo que se está viendo últimamente, suena a que algunos intentan fabricarse un estado a la medida para salvaguardarse.
M. Riera