Últimamente se ha puesto de moda que los referéndums los pierda quien tiene la osadía de convocarlos en interés propio. Así, en el Reino Unido ganó el Brexit cuando la idea del convocante era que perdiera. En Hungría sólo fueron a votar un 42% de los electores cuando se necesitaba que acudieran como mínimo el 50%, en consecuencia fue nulo. En Colombia se rechazó el acuerdo de paz cuando el leitmotiv de la consulta era todo lo contrario.
Ante esa manifiesta tendencia, no parece nada coherente, más bien es un absurdo total, que el molt honorable señor Puigdemont se desmelene proclamando que va a convocar un referéndum porque para perderlo o que no tenga ningún efecto, es una tontería molestarse en convocarlo cuando podría dedicar su tiempo a cosas mucho más interesantes y productivas para los catalanes.
Es muy preocupante para el normal desenvolvimiento de los países, que un primer ministro del Reino Unido, uno de Hungría y un presidente de Colombia, éste Jefe del Estado y premio Nobel de la Paz, tengan tan escasa lucidez e información política como para celebrar sendos referéndums que han resultado un fracaso para ellos.
No se entiende que todo un poder ejecutivo de un Estado civilizado, no disponga de los servicios de inteligencia adecuados como para asegurarse antes de hacer el ridículo, que el referéndum obtendrá el resultado esperado.
Naturalmente que sí. El señor Puigdemont quiere que su referéndum gane y la participación ronde el 90%. Para no arriesgarse en vano, los servicios de inteligencia de la Generalitat tendrían que ser bastante más eficientes que los del Reino Unido, Hungría o Colombia. Quizá lo sean, nunca se sabe. Los catalanes disponen de nula información sobre los servicios de inteligencia que maneja el president. Se entiende que de haberlos, los hay. Si no los hubiera sería una carencia imperdonable que un territorio candidato a crear una nueva república en un mundo ya consolidado, no tuviera un departamento de inteligencia para enterarse de las tretas que urden los unionistas y de las posibilidades de éxito de las argucias que tejen los separatistas.
¿No se da cuenta el molt honorable y sus entrañables amigos de la CUP que los catalanes están hastiados de oír hablar de referéndum? La gente necesita desintoxicarse de ese tema porque no tan solo se vive de referéndums. Repugna tanta repetición y tanto darle vueltas a un asunto al que no se le otorga ningún futuro a pesar del desplazamiento físico a los “desayunos informativos” de Madrid.
M. Riera